Ricardo Forster realizó, en la última edición de la revista Veintitrés, una excelente síntesis de la oposición argentina:
“La derecha, la nuestra, se ha vuelto “republicana”, ha descubierto los beneficios de leer a los clásicos del liberalismo político asociándolos con la crítica a toda forma de “autoritarismo”, mostrándonos que ellos son los portadores de la “verdadera virtud democrática y republicana”. Una derecha que teje sus argumentaciones invisibilizando la profunda desigualdad parida por esas mismas clases dominantes que ahora son presentadas como heraldos de la democracia; una derecha, representada en este caso por su “intelectual orgánico” –perdón por la utilización de categorías gramscianas– que expresa todo su horror ante el avance, en nuestro continente, de proyectos políticos populares que buscan deshacer la soga de verdugo que fueron ajustando sobre el cuello de nuestras naciones los mismos que se beneficiaron de las violencias homicidas de las dictaduras de antaño, que luego se volvieron a beneficiar con las democracias neoliberales de los noventa, y que hoy intentan recuperar su hegemonía para seguir ejerciendo la lógica omnímoda de su poder económico, político y cultural, ese al que, en su lenguaje mistificador, llaman “República”.
¿Me creen si les digo que hace más de dos años sostuve en este blog que eso era exactamente lo que se venía? Acá está la prueba.
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