martes, 11 de mayo de 2010

EL OCASO DE VON CLAUSEWITZ

El militar prusiano Von Clausewitz fue uno de los más influyentes historiadores y teóricos de la ciencia militar moderna. Sus obras influyeron de forma decisiva en el desarrollo de la ciencia militar occidental, y se enseñan hoy día tanto en la mayoría de las academias militares del mundo como en cursos avanzados de gestión empresarial y marketing. Así pues, Alemania se basó en Clausewitz para unificar la conducción militar y la política durante las dos guerras mundiales del siglo XX.

El objetivo de este post es ocuparme del concepto más conocido y provocador de su obra: "La guerra es la continuación de la política por otros medios". Clausewitz pensaba que la guerra moderna es un "acto político", y esta manifestación ponía en juego lo que él consideraba el único elemento racional de la guerra. En su concepción, los otros dos elementos de la guerra son: a) el odio, la enemistad y la violencia primitiva, y b) el juego del azar y las probabilidades.

Esta visión, propia del siglo XX, está llegando a su ocaso. Lo que se percibe a esta altura del siglo XXI es que, cada vez más, la guerra es la continuación de la política por LOS MISMOS MEDIOS: las nuevas tecnologías e Internet. La ciberpolítica y la ciberguerra están entre nosotros y ni la política ni la guerra serán las mismas.

CIBERPOLITICA:

En este post sobre "los tiempos modernos" describí hace un mes escaso como la revolución digital irrumpía y modificaba para siempre la comunicación y la política. O lo que es lo mismo: el poder.

Sólo echando mano a ejemplos del último mes, me propongo fundamentar mis dichos:

1) El caso Inglaterra:

Advierte este diario español: Después de decenios, todo parece apuntar que los legendarios periódicos del magnate Rupert Murdoch, The Sun y The Times, no tendrán la fuerza necesaria para decidir el resultado… la pregunta es si las nuevas redes sociales como Facebook, Twitter o Youtube tienen más fuerza que las tradicionales líneas editoriales.

La campaña del 2010 es la primera en la que los líderes políticos han mostrado su interés hacia la nuevas tecnologías: "Históricamente, Internet ha sido el perro que nunca ladró en las elecciones". David Cameron y Nick Clegg tienen páginas personales en Facebook, Brown no. Pero todos los partidos han utilizado las redes sociales utilizando la estrategia del target, es decir, delimitando un blanco.
Tal como señala Benjamin Cohen, periodista de Channel 4.com especializado en nuevas tecnologías, "la publicidad de los partidos políticos en Facebook es muy especifica", y es que la nueva herramienta permite dirigirse a los votantes por edad, sexo, hobbies, etnia, gustos culturales, lugar de procedencia....es como el ojo que todo lo ve. De esta manera, los partidos políticos dirigen sus mensajes a usuarios determinados en lugar de a una amplia masa de lectores como se ha hecho tradicionalmente. Lo que importa es llegar al individuo, dar con el blanco, y de esta manera se pueden ganar votos.

Harold Wilson, ex primer ministro laborista, dijo en una ocasión que "una semana es mucho tiempo en política". Las miles de actualizaciones que Facebook recibe cada segundo, al igual que Twitter, frente a la simple actualización diaria que los periódicos ofrecen con un día de retraso, demuestran que, hoy, un día es mucho tiempo en política

El diario El País contiene un análisis similar: “Una clase política en sus horas más bajas de credibilidad intenta enganchar con esa generación de adictos a Internet que encarnan al votante moderno -los jóvenes en primer lugar-, recurriendo a las nuevas herramientas de comunicación para filtrar sus mensajes. Todos quieren mirarse en el espejo de la habilidosa campaña digital de Barak Obama (2008), aunque el fenómeno no alcance tales dimensiones en las atemperadas islas británicas.

Las webs oficiales de los partidos no parecen diseñadas para recabar nuevos adeptos, y la verdadera batalla se desarrolla en los foros sociales (los "debates digitales" de Google, el espacio "Democracy UK" de Facebook...) donde blogueros de distinta filiación intentan moldear las corrientes de opinión que circulan por la red.

¿Qué influencia tendrá el universo cibernético en el voto? Una reciente encuesta de la plataforma digital New Media Age constataba que el 46% del vector comprendido entre los 18 y los 21 años se ha interesado por las elecciones gracias a la presencia de los políticos en la red, y hasta un 60% ha mejorado su imagen de los partidos”

2) El caso Colombia:

Lo que está pasando en Colombia es más impactante aún, no sólo por la intensidad del fenómeno, sino porque ocurre por primera vez en Latinoamérica donde los niveles de “conectividad” a Internet no son los del primer mundo.

Si del análisis del caso Inglaterra puede destacarse la conclusión de que “un día hoy es mucho tiempo en política”. En Colombia eso se ve con claridad:

“El candidato Antanas Mockus hace historia en la política latinoamericana por su rápido ascenso en la campaña presidencial. Hace tres semanas apenas tocaba el 10 por ciento de intención de voto. Hoy cuenta con el 38 por ciento sobrepasando al candidato oficialista que, antes del fenómeno Mockus, aseguraba que arrasaría con más del 50 por ciento de los votos en la primera ronda de votaciones el próximo 30 de mayo.

Es difícil entender que en Colombia, por primera vez, un político tradicional no tiene asegurado el triunfo en el poder. Mockus mantiene a sus contrincantes sobreponiéndose a los resultados de las encuestas y replanteando estrategias en el terreno mediático e Internet. Hoy la página de Antanas Mockus tiene medio millón de fans y otros candidatos intentan copiarle sus fortalezas para convocar en las plataformas tecnológicas”

Ante el exitoso uso que ha hecho el candidato del Partido Verde, Antanas Mockus, de las redes sociales, el candidato oficialista Santos tuvo que anunciar:

"Verán cómo la página y todo en Internet va a cambiar, va a cambiar la música, va a cambiar el mensaje que lo vamos a concentrar en la parte económica, la parte de empleo y la lucha contra la pobreza", indicó.

Y es que el efecto de las redes sociales parece no tener límites. Una campaña viral, que resulta de la creación de un video publicitario de Mockus, recorre La Red demostrando su poder:



Lo más impactante es el número de reproducciones que alcanza en YouTube: más de 1 millón. Y esto sucede porque sumamos el número de veces que ha sido visto el mismo video “subido” por varias personas o fuentes. Al final, un alcance publicitario enorme con una inversión mínima.

El final está abierto en Colombia, pero difícilmente las campañas electorales sean las mismas en Latinoamérica.

3) ¿Nace el quinto poder?

El ex presidente chileno Ricardo Lagos toma nota de los cambios en esta columna del diario Clarín y plantea que con las redes sociales nació el quinto poder.

La nota de Lagos es ambigua: dejando de lado lo poco feliz del título, arranca con mucha potencia citando al reciente libro de Manuel Castells: Comunicación es poder, dijeron muchos y hoy en ese eje de análisis nos encontramos con una publicación reciente del sociólogo Manuel Castells. Allí se adentra en el tema de Internet y los territorios de la política y el poder. Sostiene que el poder transformador de las redes que son la base de Internet pone en jaque los paradigmas sobre los cuales la humanidad se ha desenvuelto desde la Revolución Industrial. Estamos frente a un cambio de época que Castells ha definido como el surgimiento de la sociedad informacional. Una sociedad cuya estructura obedece a una tipología de red, donde lo nuevo está en el procesamiento de la información y donde la generación de conocimiento es el principal motor de la producción”

Sin embargo, sobre el final, deja de lado esta línea argumental y se pone conservador y condescendiente con los tres poderes de Montesquieu y el supuesto “cuarto poder” de los medios tradicionales. Al hablar de que “nace el quinto poder” Lagos demuestra no sólo no haber entendido nada del cambio de época que plantea Castells, sino ni tan siquiera el título: comunicación es poder. Veamos a Castells:

Internet, instrumento perfecto de participación ciudadana

Hace más de un año lo sostuve por acá:

“Montesquieu no tiene la culpa que muchos políticos, pensadores y periodistas, incluso muchos bien intencionados, sigan hoy defendiendo sus ideas y rasgándose las vestiduras por una teoría que elaborara hace 260 años, cuando hoy existe un PODER REAL totalmente reconfigurado al que viera Montesquieu en el Londres de la naciente revolución industrial.

El problema es que ese mundo ya no existe: hace rato que los medios de comunicación dejaron de ser “el cuarto poder” para tener un papel central en el triángulo de poder REAL, todo claramente dominado por el poder económico”

A pesar de lo difícil que le resulta a Ricardo Lagos apartarse de los esquemas mentales, y de poder, del siglo pasado, son muy reveladores estos datos:

“Algunas cifras ayudan a contextualizar lo que decimos. En América Latina existen casi 180 millones de usuarios de Internet y hay 58 millones en cuentas de Facebook, la red social más extendida. Se puede afirmar que más del 10% de la población de América Latina está en Facebook y cuando esas cuentas las vemos por país y por tramo etario surgen datos notables. El 62% de los usuarios mexicanos tienen entre 18 y 34 años; el 60% de los brasileños; el 59% en Chile y 58% en Argentina. Cuando pienso que el 59% de los chilenos entre 18 y 34 años está en Facebook, mucho más que el modesto 38% de personas inscriptas entre 18 y 29 años en los registros electorales, sólo puedo concluir que los registros electorales en el Chile de hoy están muy atrasados.
Son muchos más los que participan activamente en una red social en Internet que aquellos dispuestos a ejercer el derecho a sufragio

CIBERGUERRA:

En esta nota imperdible, el experto europeo Nicolás Arpagian nos anuncia que la ciberguerra ha comenzado:

“Sabotajes, espionajes, ataques contra sistemas de comando, centrales eléctricas, represas hidroeléctricas, sistemas de control de aeropuertos o bancos, la panoplia de la guerra moderna, invisible y a veces incruenta, ha dejado las pantallas de las grandes producciones cinematográficas para trasladarse a la realidad bajo una denominación por demás explícita: la ciberguerra. Los guerreros modernos no visten uniformes sofisticados ni se mueven con armas de ciencia ficción. Son hombres y mujeres simples, que trabajan detrás de una computadora y cuyas competencias pueden infiltrar un banco, el sistema de una agencia de seguridad, dejar en tierra una flotilla de aviones militares, recuperar las imágenes de los dromes norteamericanos o, más comúnmente, clonar la carta de crédito del presidente francés y hasta violar los protocolos de seguridad de Twitter e ingresar a la cuenta de Barack Obama.

La ciberguerra irrumpió en nuestras sociedades para incrustarse en todos los campos, desde el militar hasta el civil. Las redes informáticas provocaron una suerte de extensión de los campos de batallas hacia un mundo virtual en plena interacción con la realidad. Quizás el ejemplo más contundente se dio en 2008, durante la guerra en Georgia. El asaltante, presumiblemente Rusia, porque el conflicto con Georgia se plasmó en torno de Osetia del Sur, atacó los centros de comando de la Fuerza Aérea de Georgia y con ello impidió que los aviones militares pudieran volar. El ciberataque dejó en la pista a los 18 aviones de combate de Georgia. El cambio es gigantesco: antes, en una guerra convencional, si los aviones hubiesen podido despegar habrían sido derrivados en vuelo. Ahora bastó con impedir que salieran de la pista. El mensaje es muy fuerte. Nuestro enemigo nos dice: “Soy capaz de impedirte combatir”. El impacto estratégico y moral es muy profundo porque se fuerza al adversario a que ni siquiera pueda combatir.

Antes, un Estado atacaba a otro Estado, mientras que ahora un individuo solo es capaz de llevar a cabo un ataque contra algo mayor que él. Y no es todo. Una empresa puede igualmente atacar a un Estado y este, a su vez, tiene la posibilidad de dirigir sus ataques contra un banco. Estamos en la desproporción, en la valorización del judo, donde el más pequeño puede atacar al más grande. El orden de la guerra fue trastornado. Internet es el único modelo que no nació con una cultura de servicio público. La gran dificultad radica en que los Estados tienen que tener la capacidad de tratar con las empresas del campo tecnológico para lograr que se integren al concepto de soberanía nacional. Los Estados dejaron de tener el monopolio de la seguridad y del ejercicio de la potencia.

La ciberguerra pone en tela de juicio los fundamentos mismos de la forma de hacer la guerra. La ciberguerra obtiene resultados importantes a bajo costo. Es más barato movilizar 10 mil computadoras que 10 mil soldados. La tecnología de las redes reequilibra la geopolítica”

EN CONCLUSIÓN:

Dentro de pocos años las academias militares enseñarán a Von Clausewitz como parte de la historia del siglo XX. En este comienzo del siglo XXI, los cambios que están imponiendo las nuevas tecnologías digitales a la política y a la guerra son aceleradísimos y no tienen retorno.

Todo indica que la forma de actuar, tanto en política como en la guerra, están siendo reformuladas en este mismo instante. Y todo va demasiado rápido.

2 comentarios:

Ricardo dijo...

Este y el post sobre los Tiempos Modernos son posts a los cuales volver cada tanto para refrescar sus conceptos.

Simplemente geniales.

Te felicito.

Aldo Ulises Jarma dijo...

Gracias Ricardo. Abrazo grande.