martes, 29 de julio de 2008

EL MUNDO SEGUN MONSANTO


El mundo según Monsanto ha vendido casi cien mil ejemplares en tres meses. La investigación relata la historia del líder mundial en producción de organismos genéticamente modificados (OGM), la multinacional de origen estadounidense Monsanto. Apoyada en documentos inéditos, testimonios de víctimas, de científicos y políticos, la periodista francesa Marie-Monique Robin reconstruye la génesis de un imperio industrial construido gracias a informes falsos, contactos con la administración norteamericana, grupos de presión y corrupción que transformaron a esta empresa en el nuevo granero del mundo. El libro revela el papel jugado por esta multinacional en la extensión planetaria de la agricultura transgénica, sin ser sometida a controles serios sobre sus efectos en el ser humano.
Acompañado por un documental difundido en Francia por la cadena francoalemana Arte, la idea del libro surgió casualmente en la Argentina. Robin realizó una primera investigación en la que hacía un balance de la producción agrícola transgénica en nuestro país, un balance devastador, por cierto, según afirma la autora. “Si hay un país del mundo en el que Monsanto pudo hacer lo que quiso, ese país es la Argentina”, afirma la autora.

En una imperdible entrevista analiza a fondo el reciente conflicto argentino, incluso el papel que les cupo a actores como los pequeños productores y los medios de comunicación masiva, afirmando: "Un pueblo que se dedica a un sólo cultivo se suicida". Acá el texto completo

Al que le interese profundizar les dejo este excelente documental Hambre de Soja de Marcelo Viñas, dividido en cinco partes.

Parte I:


Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V

1 comentario:

Anónimo dijo...

La historia ya ha estudiado y definido en multitud de ocasiones el desastre del país sometido al monocultivo o a ser monoexportador. Es la función que nos ha asignado el "orden mundial".En algún momento no nos necesitarán y el invento se irá al carajo. Luchar contra esto y contra los corruptos y vendidos locales debería ser una cuestión de seguridad nacional.
Yo, si fuese Cristina Fernández, hubiese llevado a Marcelo Viñas o a Jorge Rulli ha hablar en el Parlamento o al menos a tomar un café (otra desgracia para otros países) con Julio Cobos sobre este asunto.