lunes, 30 de mayo de 2011

¿QUÉ ESTÁ HACIENDO INTERNET CON NUESTRAS MENTES?


Eso se pregunta Nicholas Carr en su libro "Superficiales" (Taurus) y esta nota del diario La Nación, que contiene algunos párrafos del libro, me resultó interesantísima por compartir algunas de esas vivencias como bloguero: 

"No pienso de la forma que solía pensar. Lo siento con mayor fuerza cuando leo. Solía ser muy fácil que me sumergiera en un libro o un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en los recursos de la narrativa o los giros del argumento, y pasaba horas surcando vastas extensiones de prosa. Eso ocurre pocas veces hoy.
Ahora mi concentración empieza a disiparse después de una página o dos. Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo.
La Web se ha convertido en mi medio universal, el conducto para la mayoría de la información que fluye por mis ojos y oídos hacia mi mente. Las ventajas de tener acceso inmediato a una fuente de información tan increíblemente rica y fácilmente escrutable son muchas, y han sido ampliamente descritas y justamente aplaudidas. "Google -dice Heather Pringle, redactora de la revista Archaeology- es un don asombroso para la humanidad, que reúne y concentra información e ideas que antes estaban tan ampliamente diseminadas por el mundo que prácticamente nadie podía beneficiarse de ellas". Según Clive Thompson, de Wired, "la memoria perfecta del silicio puede ser un don enorme para el pensamiento".
Los beneficios son reales. Pero tienen un precio. Como sugería McLuhan, los medios no son sólo canales de información. Proporcionan la materia del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensamiento. Y lo que parece estar haciendo la Web es debilitar mi capacidad de concentración y contemplación. Esté online o no, mi mente espera ahora absorber información de la manera en la que la distribuye la Web: en un flujo veloz de partículas. En el pasado fui un buzo en un mar de palabras. Ahora me deslizo por la superficie como un tipo sobre una moto acuática.
Quizá soy una aberración, un caso extraordinario. Pero no parece que sea el caso. Cuando menciono mis problemas con la lectura a algún amigo, muchos dicen que sufren de aflicciones similares. Cuanto más usan Internet, más tienen que esforzarse para permanecer concentrados en textos largos. Algunos están preocupados por convertirse en despistados crónicos. Bastantes de los blogueros que conozco han mencionado el fenómeno. Scott Karp, que solía trabajar en una revista y ahora escribe un blog sobre medios online , confiesa que ha dejado de leer libros completamente. "Estudié Literatura en la universidad, y era un lector voraz de libros -escribe-.
¿Qué ha pasado?". Especula con la respuesta: "¿Y si toda mi lectura es online no tanto porque ha cambiado el modo en el que leo, es decir, por pura conveniencia, sino porque el modo en el que PIENSO ha cambiado?".
Friedman me dijo, en un e-mail, que "nunca ha sido tan creativo" como en los últimos tiempos, y que lo atribuye a "su blog y la posibilidad de revisar/escanear 'toneladas' de información en la Web". Karp está convencido de que leer muchos fragmentos pequeños e interconectados de información en Internet es una forma más eficiente de expandir su mente que leer "libros de 250 páginas", aunque señala que "no podemos reconocer todavía la superioridad de este proceso interconectado de pensamiento porque estamos midiéndolo a partir de nuestro antiguo proceso lineal de pensamiento". Davis reflexiona: "Internet puede haber hecho de mí un lector menos paciente, pero creo que en muchos aspectos me ha hecho más inteligente. Más conexiones a documentos, artefactos y personas implican más influencias externas en mi pensamiento y, por tanto, en mi escritura". Los tres saben que han sacrificado algo importante, pero no regresarían al estado anterior de las cosas.
Para algunas personas, la mera idea de leer un libro se ha vuelto anticuada, incluso algo tonta -como coser tus propias camisas o descuartizar una vaca-. "No leo libros", dice Joe O'Shea, ex presidente del cuerpo de estudiantes en la Universidad de Florida State y beneficiario de la beca Rhodes en 2008. "Acudo a Google, donde puedo absorber información relevante rápidamente". O'Shea, diplomado en Filosofía, no ve razón alguna para atravesar capítulos de texto cuando lleva un minuto o dos escoger los pasajes pertinentes a través de Google Book Search. "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido -afirma-. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web". Cuando aprendes a ser "un cazador experimentado" en Internet, explica, los libros son superfluos.


Pareciera que hemos llegado, como anticipó McLuhan, a un momento crucial en nuestra historia intelectual y cultural, una fase de transición entre dos formas muy diferentes de pensamiento. Lo que estamos entregando a cambio de las riquezas de Internet -y sólo un bruto se negaría a ver esa riqueza-es lo que Karp llama "nuestro viejo proceso lineal de pensamiento". Calmada, concentrada, sin distracciones, la mente lineal está siendo desplazada por una nueva clase de mente que quiere y necesita recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordinados, frecuentemente solapados -cuanto más rápido, mejor-. John Battelle, ex editor de una revista y profesor de Periodismo que dirige ahora una agencia de publicidad online , ha descrito la fascinación intelectual que experimenta cuando navega por páginas web: "Cuando hago bricolaje en tiempo real durante varias horas, ?siento' cómo se enciende mi cerebro, ?siento' que se vuelve más inteligente". La mayoría de nosotros ha experimentado sensaciones similares cuando está online . Los sentimientos son intoxicadores, tanto que pueden distraernos de las consecuencias cognitivas más profundas que tiene la Web.
Durante los últimos cinco siglos, desde que la imprenta de Gutenberg hiciese de la lectura un afán popular, la mente lineal y literaria ha estado en el centro del arte, la ciencia y la sociedad. Tan dúctil como sutil, ha sido la mente imaginativa del Renacimiento, la mente racional de la Ilustración, la mente inventora de la Revolución Industrial, incluso la mente subversiva de la modernidad. Puede que pronto sea la mente de ayer"

1 comentario:

Felix Jimenez dijo...

Quisiera aclarar que Tim Berners-Lee no es un "programador de software". Es un físico egresado de Queens College, Oxford, que cuando concibió el concepto de hypertext (de otro modo hyperlink) estaba trabajando como investigador en el CERN y que esta innovación sería un buen soporte a la interconsulta de las publicaciones e información entre los investigadores. Buscar mejores mecanismos para generar y compartir información siempre ha sido una inquieud de los investigadores científicos que se mueven en una red de conocimientos. Con la misma inquietud fue desarrollado lo que devino como el lenguage C y el sistema operativo UNIX cuando Dennis Ritchie (estadounidense físico y matemático) y Brian Kernighan (canadiense ingeniero electrónico), dos investigadores de la Bell Labs se proponian desarrollar un editor de texto en las años 60. para facilitar la edición de papers. Una buena referencia es conocer a la gente que "legisla" Internet: http://www.w3.org/Consortium/facts-people