A la hora de recordar al jurista y pensador tucumano Juan Bautista Alberdi (se cumplen hoy 200 años de su natalicio), los “republicanos” suelen limitarse a remarcar dos aspectos de su vida: su obra “Las Bases” que sirvió de fundamento para
Este es el Alberdi del Billiken, el que sirve hasta para que una ex Fiscal de Estado del genocida Bussi nos dé clases de republicanismo oportunista, conservador y elitista desde la tapa del suplemento que el diario La Gaceta dedica hoy a Alberdi: "Si Alberdi viviera hoy tendríamos que reconocerle la vigencia y lo acertado de su pensamiento: la necesidad de un orden político pacífico y de una Constitución que diera garantías a los creadores de riqueza. También tendríamos que aceptar, a 200 años de su nacimiento, lo poco que hemos logrado en uno y otro sentido” ¡Pobre Alberdi!
Sin embargo, existe un Alberdi casi prohibido para esos mismos “republicanos”. Así, se cuidan muy bien de nunca citar los párrafos que Alberdi le dedicó a la prensa en 1853 en sus “Cartas Quillotanas” y, menos aún, dar cuenta de la feroz campaña que Bartolomé Mitre dirigió contra él desde el diario
Y sí, adivinaron, es a ese último Alberdi silenciado al que quiero referirme hoy. Y es que Alberdi no comía vidrio: ya en 1853 tomó conciencia que la prensa era un factor de poder tremendo por fuera del “equilibrio de los 3 poderes” de
“Vanidad pobre es confundir la prensa con la libertad. Ella es campo de caudillaje y de tiranía, lo mismo que el gobierno. La tiranía de pluma es el prefacio de la tiranía de espada.
El atentado en la palabra es precursor del atentado en la acción; el libelista es precursor del insurrecto, heraldo del desorden y centinela avanzado del despotismo. Es el mismo ente con distintas armas según los tiempos.
En la república todos los tiranos trepan al poder por la estatua de la libertad: es la escalera de orden. Lo mismo los tiranos de pluma que los tiranos de espada”
“Fatuidades infinitas se abrigan en la prensa bárbara.
El fraile de la edad media decía: La religión soy yo. Y la menor objeción a su conducta os valía el título de impío.
El tirano Luis XIV decía: El Estado soy yo, y la desafección de su persona os valía el dictado de traidor a la patria.
El demagogo dice hoy: La libertad soy yo, y no podéis leer con vuestro criterio una de sus obras sin que os apellide esclavo del tirano”
¿No es impresionante? Alberdi actualizado nos diría: si criticas (con vuestro criterio) a Morales Solá, Van Der Kooy, Fontevecchia, Lanata, etc., te tratarán de blogger K y rentado por Aníbal.
Sigamos con Alberdi en sus Cartas Quillotanas:
“Esa prensa cree que un adjetivo es un argumento y que un ultraje es una razón; que la fuerza del escritor está en el poder del dicterio y que cuanto más grita más persuade; no sabe que los insultos del reo no ahogan la voz de la justicia.
Esa prensa cree que hoy puede escandalizar la sociedad, y mañana convertirse en cátedra de moral política; que hoy puede firmar sainetes y mañana leyes para
Esa prensa cree poder merecer la opinión de probidad, ejerciendo al mismo tiempo la calumnia y la injuria, como si estos actos perteneciesen a las bellas artes y no al código penal”
¡Y pegue… y pegue… y pegue Alberdi pegue!
Con tamaño prólogo se entiende mejor a Néstor Kirchner cuando dice: “que se termine la dictadura mediática”. “Que florezca la primavera democrática para que hablen, mal, bien o regular de los gobiernos”.
¿O no fue este gobierno el que terminó con el delito de calumnias e injurias para los periodistas? Y pensar que Alberdi decía que había que aplicarles el Código Penal…
Al fin de cuentas resulta que somos más liberales (políticos) que Alberdi y no nos dimos cuenta.
El que parece que se dio cuenta de algo fue Bartolomé Mitre, quien se empeñó en desacreditarlo por medio del diario
Hoy sus restos descansan en el hall central de
3 comentarios:
Muy buen homenaje, Compañero!. Alberdi es uno de nuestros grandes olvidados. Su potencia intelectual lo pone dentro de lo mejor que ha producido esta tierra. Lamentablemente, nuestros compañeros no lo conocen lo suficiente por adscribir bastante acríticamente y anacrónicamente al rosismo. Algunos años atrás viajé por el Paraguay, por razones familiares. Vi que, además de un pueblo, todas las ciudades y pueblos tienen una calle que lleva su nombre. En Asunción compré un compilado de notas suyas sobre la Guerra del Paraguay. Alguna vez se vendió aquí como "El crimen de la guerra". Me resultó espectacular. Los compañeros debieran leer a Alberdi, y dejar el Billiken progre que escribió Galeano sobre este asunto. Sume nuestro homenaje al suyo
Excelente post!
Conocimos la faceta de Alberdi, aquella que lo presenta como un visionario del "cuarto poder".
Este blog hace militancia y ... enseña, ilustra.
Aprovecho este espacio para saludarte y desearte un feliz día del abogado! :-)
Vincent Vega: Gracias, y me alegra que compartamos inquietudes alberdianas.
Silvana: Gracias. Beso grande.
Publicar un comentario