¿Cuándo se hizo visible esa decadencia? Personalmente, me pareció genial, allá por el año 2003, el razonamiento del canadiense Denys Arcand en su extraordinaria película “Las Invasiones Bárbaras”. Comparaba allí, incluso jugando con el título de su anterior película ("La decadencia del imperio americano"), la decadencia de los imperios yanqui y el romano. Y alguien afirmaba: “la decadencia del imperio romano comenzó cuando los bárbaros entraron en Roma; la caída de las torres gemelas en New York en el año 2001 equivale a la entrada de los bárbaros en el imperio yanqui” Allí se hizo visible la decadencia.
Y a partir de allí, se sucedieron los errores de estrategia militar: Afganistán e Irak (sobre todo) no hicieron sino profundizar la decadencia.
EL TITÁN CANSADO:
Tampoco puedo olvidar un artículo que leí en el diario El País de España en el año 2005, donde el historiador británico Timothy Garton Ash, profesor de estudios europeos de la Universidad de Oxford, se refería al titán cansado:
“Si quieren saber cómo era Londres en 1905, vean cómo está Washington en 2005. Gravitas imperial y tremendamente convencido de su importancia. Esa sensación de ser el centro del mundo y necesitar saber lo que ocurre en todos los rincones porque es posible que le pidan —o, al menos, que se sienta llamado— a intervenir. La hiperpotencia. El perro más fiero. Y, sin embargo, royendo bajo la superficie, el miedo persistente a que la supremacía mundial que posee no esté, ni mucho menos, tan segura como le gustaría. Como dijo en 1902 el ministro británico de las Colonias, Joseph Chamberlain: “El titán cansado se tambalea bajo la esfera desmesurada de su destino”.
Irak es la guerra de los boers de Estados Unidos… Irán está adquiriendo discretamente cada vez más poder en la zona chiita del sur de Irak. En Washington se cuenta un chiste: se acabó la guerra, y ganaron los iraníes”
Véase acá porqué los invasores siempre terminan perdiendo.
EL NUEVO AJEDREZ MUNDIAL:
Hace unos días, en esta nota del diario La Nación, el analista internacional Carlos Escudé, quien durante el menemismo propiciaba las relaciones carnales con la Casa Blanca, explicaba con mucho tino:
“Las maldiciones de Saddam Hussein parecen haberse descerrajado sobre Bush. Gracias al fracaso táctico de Estados Unidos en Irak, Rusia pudo comportarse en el Cáucaso como si los norteamericanos no existieran. Como dije en esta página poco antes de la crisis de Georgia, los efectivos terrestres de Washington están casi totalmente comprometidos en el doble frente afgano-iraquí. Por ahora, la Casa Blanca se siente obligada a mantener una presencia militar masiva en Irak, para impedir una expansión iraní. Por eso, su capacidad para intervenir en cualquier otra crisis es muy limitada. Y sus adversarios lo saben”
Y vaya si lo saben. En otro contexto, difícilmente un presidente latinoamericano se hubiera animado a expulsar al embajador norteamericano al grito de “yanquis de mierda”, tal como hizo el venezolano Hugo Chávez en solidaridad con Bolivia:
Y veamos el caso de Bolivia: No se equivocan Evo Morales ni Chávez cuando apuntan a la embajada norteamericana por el complot secesionista en marcha en Bolivia. Se designó al frente de “La embajada” a Philip Goldberg, un especialista en secesiones que estuvo antes destinado nada menos que en Kosovo. Este siniestro personaje no cuidó ni las formas en Bolivia: directamente se instaló en Santa Cruz a apoyar las conspiraciones contra el gobierno popular de Evo, dejando a Spruille Braden reducido a la magnitud de un poroto.
El caldo de cultivo está, como se puede ver en esta película imperdible sobre Bolivia de Emilio Cartoy Diaz. Los autonomistas blancos, dueños de la riqueza y de la autoridad desde siempre, con un gran componente racista, literalmente no soportan un gobierno popular, indigenista, el más progresista de la historia, sin precedentes cercanos en más de medio siglo.
Y los norteamericanos apuestan a eso para hacer caer al gobierno popular y dividir territorialmente a Bolivia.
En otra época hubieran conseguido fácilmente complicidades regionales. No es el caso de esta actualidad latinoamericana. Tanto Argentina como Brasil “exhortaron a la comunidad internacional a que se pronuncie a favor del respeto al orden constitucional y la integridad territorial de Bolivia, y a condenar las acciones violentas impulsadas por autoridades locales, así como todo intento exterior de buscar la desestabilización de gobiernos populares”
Es decir: estas groseras y regresivas “operaciones imperiales”, que antes tenían garantía de éxito, hoy constituyen apuestas de final incierto y consecuencias impredecibles.
EL DILEMA DEL AHORCADO:
Por si algo le faltaba a este panorama, desde el comienzo del derrumbe de los créditos hipotecarios subprime, a mediados del año pasado, un grupo de entidades (mayormente norteamericanas) contabilizan quebrantos por 500 mil millones de dólares (véase cuadro del quebranto). Las pérdidas se seguirán sumando en los próximos balances trimestrales y los analistas más optimistas evalúan que el saldo negativo alcanzará el billón de dólares. Esas pérdidas derivaron en extraordinarios salvatajes de las bancas centrales, cuyas autoridades admiten desconocer la profundidad de la catástrofe de los balances de los bancos.
Por eso los últimos anuncios de salvatajes a entidades financieras de los EE.UU. no sirvieron ni alcanzaron.
Peor aún: con ello no se está salvando industrias ni aportando al desarrollo de países, ni mejorando la vida de la gente. Se está agregando de a 100.000 millones de dólares al agujero sin fondo del capitalismo financiero internacional.
Retornan a mi mente las palabras finales del artículo de Timothy Garton Ash del año 2005:
“Todo esto no quiere decir que Estados Unidos vaya a derrumbarse mañana. Ni mucho menos. Al fin y al cabo, el imperio británico duró 40 años más después de 1905… Estados Unidos, como la Gran Bretaña eduardiana, posee todavía tremendos recursos económicos, tecnológicos y militares, atractivo cultural y, cosa importante, el deseo de seguir en la cima. Como proclamaba una cancioncilla en una revista musical inglesa de la época:
Tenemos intención de seguir siendo el perro más fiero. Guau, guau.
Sí, señor, tenemos intención de seguir siendo el perro más fiero.
Hoy no hace falta buscar mucho para oír ese estribillo en Washington. La estrategia de seguridad nacional del gobierno de Bush no oculta su objetivo de conservar la supremacía militar. Ahora bien, no se sabe si el siglo americano, que comenzó en 1945, durará hasta 2045, 2035 o sólo 2025; pero su final se vislumbra ya en el horizonte. Si resulta que ustedes son de los que, de forma instintiva, consideran que eso es motivo para alegrarse, párense un momento a pensar y tengan en cuenta dos cosas: la primera, que las oscilaciones de poder entre las grandes potencias en ascenso y en decadencia han ido tradicionalmente acompañadas de guerras terribles, y, segunda, que el próximo perro más fiero puede ser mucho peor"
2 comentarios:
Yo creo que el cambio no es de un imperio por otro, el cambio es de un mundo unipolar a (nuevamente) uno multi-polar... con USA, la UE, Rusia, India y China como nuevos polos y actores de peso.
No sé si "el que venga sea peor" se que es mejor una juego de fuerzas con varios actores que una sola bota que le ordena al resto del mundo como pensar, actuar y vivir.
FC
PD: Impresionante la foto de la camioneta con esvástica en Bolivia...
Coincido en que siempre la multipolaridad es preferible al predominio de un perro feroz.
También creo que inicialmente desembocaremos en un mundo multipolar como dices, la pregunta es: ¿cuánto durará?
Publicar un comentario