sábado, 31 de julio de 2010

MUJERES, AJEDREZ Y POLÍTICA


Quizás sea el ajedrez el juego o actividad que más se parece a la política. De allí que muchos análisis políticos suelen asimilarse a aperturas, defensas o estrategias ajedrecísticas.

La política tiene otra cosa en común con el ajedrez: son actividades predominantemente masculinas. A tal punto que, a modo de discriminación positiva, se juzgó necesario hace unos años establecer la ley de cupo femenino para ocupar cargos electivos.

En el caso del ajedrez, aún hoy es un misterio a develar el por qué de la escasa presencia de mujeres (y de calidad ni hablar) en el ajedrez competitivo. Para que nos hagamos una idea: en la ex Unión Soviética, donde el ajedrez era un deporte nacional, sólo una mujer, Vera Menchik, llegó a considerarse a la altura de los grandes maestros.

Ni el hecho excepcional de que la húngara Judith Polgar haya podido ubicarse entre las 20 mejores del mundo puede tapar la realidad en número: las mujeres no llegan al 5% y en calidad, menos.

¿Razones? Muchas: se menciona el poco deseo de confrontación o de agresividad, la inestabilidad del carácter (más emocional), la impaciencia, el predominio de sectores del cerebro en el pensamiento de la mujer, la falta de energía suficiente para la dura lucha del ajedrez competitivo, e incluso que el ajedrez requiere demasiada indiferencia respecto del mundo exterior que a las mujeres les cuesta conseguir. En fin… pueden existir muchas razones, pero la evidencia es total. Y por acá tratan de explicarlo algunas brillantes jugadoras de ajedrez.



Vale la pena detenernos en algo: TODAS las justificaciones de por qué las mujeres no logran el mismo rendimiento que los hombres en materia de ajedrez podrían ser aplicadas sin problemas a la política.

Cuando les preguntan a los grandes maestros qué parte de las partidas de ajedrez (apertura, medio juego o finales) las mujeres suelen jugar en forma inferior a los hombres, éstos responden sin dudarlo: fallan en los finales. Otra cosa: tienen predilección por el juego de alfiles, el carácter de esas piezas, que mueven profundamente y en diagonal, es posiblemente el más femenino de todos. Traducido a la política, las mujeres buscan siempre la diagonal para llegar al rey: prefieren, muchas veces, cultivar la relación personal antes que la teoría política.


Cristina y el ajedrez:

¡Qué duda cabe que todo ese razonamiento estuvo presente, hasta ahora, desde que Cristina asumió la presidencia!

Se daba por hecho en el dispositivo mediático durante los primeros meses de gestión: el ajedrecista es Néstor, él es el presidente a través de Cristina.

Después de la crisis del campo, se cambió el ángulo y echaron a rodar el otro mito: Néstor es agresivo, está loco, y no deja gobernar a Cristina por la vía del necesario consenso.

El nuevo escenario que nos dibuja y pretende instalar ahora el diario La Nación es el siguiente: al final Cristina tiene carácter, energía suficiente, alto nivel de agresividad para dar el combate y formación política superior. Ergo: ¡Era una ajedrecista y no nos dimos cuenta! ¡Tenemos que inventar notas de alcoba que la enfrenten a Néstor!

¡Al fin el dispositivo mediático encontró al líder de la oposición!



No es un problema de género:

Lo que ocurre es que los sectores conservadores de este país hace rato que no tenían un contrincante digno. A lo sumo tuvieron pasatiempos momentáneos. Pasó tanto tiempo desde el 45 que se olvidaron de jugar al ajedrez.

Y ahora este matrimonio de Néstor y Cristina, que juega con blancas, le mueve los alfiles y las torres, le adelanta los peones, les da jaques a cada rato, y encima amenazan con llegar a un final con gran movilidad de la dama.

Del otro lado, se dan con que tienen las piezas demasiado aisladas (sólo consiguen unirse para defender a la Sociedad Rural), un caballo desbocado (Carrió) y un alfil clavado (Macri). Sin embargo, apuestan todo o nada a sus próximas jugadas en el agosto parlamentario y a qué Cristina (mujer al fin) se equivoque en el final de la partida.

Mueven las negras.

1 comentario:

Udi dijo...

Aldo: no sé si coincido en la conclusión...pero ¡Qué buena nota! felicitaciones, ché !
Abrazo