miércoles, 21 de julio de 2010

ILUMINADOS POR EL MIEDO


Siempre, pero siempre ehh… no hay ninguna posibilidad de fallo: aparece algún columnista del diario La Nación y da con la temperatura justa de los miedos del gorilaje, acompañados de las consiguientes fantasías que elucubran para intentar espantarlos. Es decir: cómo encontrar el camino de la felicidad republicana.

Hoy, en esta nota, es Luis Gregorich quien enuncia la pesadilla:

“El plan para retener el gobierno es sencillo: dado el absurdo sistema electoral argentino, acordado en el Pacto de Olivos, quien se quede con el 40% de los votos y consiga descalabrar y fragmentar a los adversarios (ya bastante tambaleantes) para que ninguno llegue al 30%, será presidente.

¿Cómo competir con éxito y hacer que ese éxito tenga sentido, frente a un gobierno inescrupuloso pero creativo, que aún guarda un buen arsenal de recursos de campaña?”

Y propone Gregorich:

“Uno de los caminos que la oposición podría explorar (o tal vez ya esté explorando, vaya uno a saber), es el que denominaremos, solo para entendernos mejor, la "Gran Coalición", por contraste con otras coaliciones posibles y más reducidas.

La Gran Coalición podría ser la barrera y una promesa de consolidación republicana. Su particularidad es que debería estar formada por la reunión de partidos y grupos que ya existe (radicalismo, socialismo y Coalición Cívica) más, en forma ineludible, el peronismo disidente o federal que está haciendo su propio camino. Sin un fuerte componente peronista, y la consiguiente acumulación de fuerzas, no hay Gran Coalición. Y esto significa, en su momento, gobierno común con gabinete compartido y bloque parlamentario único.



Por supuesto, el pacto de gobernabilidad que debería motorizar este acuerdo no tendría que incluir más de cuatro o cinco puntos básicos, entre ellos la firme defensa de la democracia y la promoción de los derechos humanos, el ataque sostenido y no meramente asistencialista contra la pobreza, la creación de un Consejo Económico y Social, y, como eje y valor central, la puesta en marcha de una revolución educativa y del conocimiento que alcance a todas las capas de la población. Si la Gran Coalición consiguiera la suficiente fuerza electoral, debería proponer, a mitad de su mandato una reforma constitucional que debatiera, como punto único, la transformación de nuestro abusivo sistema presidencialista, causante de muchos de los males que nos agobian, en un régimen semiparlamentario, más dialoguista y flexible”

Esta expresión de deseos de Gregorich es reveladora de muchas cosas:

1) Están en etapa casi de desesperación: se van quedando sin candidatos y sólo se les ocurre esta entelequia de “La gran coalición”.

2) En lo semántico, las palabras “Alianza” y “Frente” están prohibidas: “Alianza” por razones obvias, y “Frente” porque tiene un componente ideológico inviable. En cualquier caso, de algo están seguros: debe ser GRANDE y hasta ¡tener peronistas!

3) Insisten con la pelotudez de los “cuatro o cinco puntos básicos” a convenir para “salvar la república”. Siguen sin tener proyecto de país.

4) Define al gobierno nacional como "inescrupuloso pero creativo". Interesante. Una vez tuve una novia que me dijo algo similar: ¡Y me encantó!

5) La única revolución posible y necesaria: la educativa y del conocimiento. Para evitar problemas ideológicos, en “La Gran Coalición” no debe hablarse de “clases sociales” sino de “capas de la población” ¡La sociedad entendida como una cebolla!

6) Ahora viene lo mejor: gabinete compartido ¡La gobernabilidad al palo!, y como lógica consecuencia de tanto consenso y felicidad republicana: bloque parlamentario único. ¡La vida es bella!, compañeros.

7) El broche de oro: a mitad de mandato “La Gran Coalición” hace una reforma constitucional para que, por fin, Argentina se convierta en Suecia: ¡Chau presidencialismo y bienvenido el parlamentarismo dialoguista y flexible! Suponemos que, ahora sí, sin peronistas.

Sin embargo, Gregorich nos aclara:

“¿Que el camino hacia esta verdadera utopía política está sembrado de obstáculos, de los que algunos parecen infranqueables? ¡Por supuesto!”

No importa Gregorich, a perseverar. La lucha por el republicanismo es así. Te dejo este tema para el camino:


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