jueves, 8 de octubre de 2009

PAPEL PRENSA: QUIEN QUIERA OIR QUE OIGA

Abriendo el paraguas:

El monopolio comenzó a temer seriamente por su futuro. Ahora quiere impedir que el Estado Nacional se meta con la joya de la abuela Ernestina: Papel Prensa.

De allí que hoy lanzó a rodar en el diario Clarín una edulcorada historia sobre la “venta” de Papel Prensa, bajo el título de Mitos y Verdades de Papel Prensa:

“En 1973, el ministro de Economía José Ber Gelbard buscó cambiar el socio privado y allí entró David Graiver -que desembolsó US$ 4 millones- en reemplazo de Abril. Luego del golpe de 1976, Graiver muere en un accidente de aviación en México, nunca esclarecido. Su viuda y sucesora, Lidia Papaleo, comienza entonces el proceso de venta de sus bienes. Entre septiembre y octubre, negocia con Fapel la venta de su parte (63,9%) en Papel Prensa. En noviembre se efectiviza la operación en US$ 8,3 millones. Recién en marzo de 1977, varios meses después, aparecen las primeras denuncias sobre vínculos de Graiver con Montoneros. Su familia percibió la primera cuota (US$ 730.400) y luego el régimen de facto le incautó los bienes”

Una de Disney: Clarín pretende que creamos que Ver Gelbard, David Graiver, los montoneros, los militares genocidas, todos, absolutamente todos son malos. Menos Clarín: que actuó como comprador de buena fé. Una pena que la historia real fuera tan distinta, casi me atrevería a decir que hasta Carrió y el rabino Bergman se la verán en figurillas para defenderlos.

La verdadera historia:

“Papel Prensa es uno de los casos de corrupción más graves de la historia argentina –escribió, junto a su hijo, el Fiscal General de Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas (durante el gobierno de Raúl Alfonsín) en su libro Detrás del espejo–. Pone de manifiesto las relaciones y procedimientos empleados por los grandes grupos de poder.”

En 1976, David Graiver controlaba la totalidad de Papel Prensa. El banquero, entonces de 35 años, murió en un confuso accidente de un vuelo privado que cubría el trayecto Nueva York-Acapulco.

En el libro “David Graiver, banquero de los Montoneros” Juan Gasparini relató el momento del traspaso de acciones:

“Lidia, la viuda, fue convencida para firmar el pre-boleto de venta sin chistar. Reunió a Juan (el padre de David) y a Isidoro (su hermano).

Mordiéndose de rabia, les pidió que la acompañaran al solemne acto, celebrado en La Nación, en Florida entre Corrientes y Sarmiento, en el despacho del Dr. Bartolomé Mitre, a quien acompañaban Patricio Peralta Ramos de La Razón y Héctor Magnetto de Clarín, encontrándose también como invitado Máximo Gainza Castro de La Prensa”.

Cuenta el periodista Jorge Lanata: “El traspaso a los tres diarios se firmó el 18 de enero de 1977. Después de ceder las acciones los miembros del Grupo Graiver fueron detenidos e intervenidos en todos sus bienes para evitar que algún reclamo de heredederos afectara la tenencia de Clarín y sus socios. El general Camps, jefe de Policía de la provincia de Buenos Aires, efectuó personalmente las detenciones.

“Crónica se editará, dentro de pocas semanas, con el papel más caro del mundo”, escribía en octubre de 1986, en la tapa del vespertino, su creador, Héctor Ricardo García. Ya García como Julio Ramos, fundador de Ámbito Financiero, fueron de los pocos editores que se animaron a denunciar el negociado de Papel Prensa en público.”
“Se regaló Papel Prensa sólo a tres diarios –escribió Ramos–. Luego se elevó el arancel de importación de papel a 44-48% para que no hubiera otra escapatoria que comprarle a esa fábrica a precio exorbitante. Cuando bajó el arancel, con los radicales, y el precio bajó, Papel Prensa no le vende a nadie. A precio bajo sólo se benefician los dueños”.

Los Graiver ni siquiera cobraron la cesión de las acciones. Gracias a gestiones de la dictadura, los diarios lograron dos créditos: del Banco Español del Río de la Plata y del Banco Holandés Unido sucursal Ginebra, por 7.200.000 dólares, a sola firma y sin avales. Años más tarde, ante el fiscal de Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas, Magnetto declaró que el préstamo tuvo un aval de una papelera internacional, pero se negó a ratificarlo por escrito a pedido del fiscal.

A excepción de Clarín y La Nación, claro, el resto de los cupos para poder comprar papel nacional barato se decide en las reuniones de directorio de la empresa. Casualmente los cupos siempre coinciden con los diarios asociados: la presidencia y vice de la empresa se alterna, desde hace años, entre Julio César Saguier, CEO del diario La Nación, y Héctor Magnetto, de Clarín. Durante el menemismo representaron al Estado en la empresa Alejandro Mac Farlane, yerno de Hugo Anzorreguy, y Luis Juez, ex intendente de Cordoba. ¿Lo tenían a Luisito Juez?

Eduardo Blaustein lo dice claramente: “Hacían falta periódicos y revistas dóciles que se sumaran al concierto de la obsecuencia mientras detrás del escenario se consumaba la carnicería social, política y económica” La frase, escrita por el periodista Juan Gasparini en su libro El crimen de Graiver refiere a lo que sería el operativo de asociación final de los tres grandes diarios argentinos –La Nación, Clarín y La Razón– con el Estado terrorista en la empresa Papel Prensa, el 18 de enero de 1977.

Había sido en tiempos de la dictadura de Juan Carlos Onganía que se creó un fondo para el Desarrollo de la Producción de Papel que se nutrió de una tasa de contribución del 10% a la importación de papel que se aplicó para la puesta en marcha de Papel Prensa. Esa fábrica que hoy alimenta sólo a Clarín se levantó gracias a los aportes de todos los diarios argentinos acumulados en diez años. Papel Prensa, con su densa historia de corrupción y sangre, sigue elaborando la materia que abona la libertad de imprenta de unos pocos, en perjuicio de otras voces, extorsionando como siempre y –por el mismo precio– contaminando.

Según las investigaciones que se hicieron en torno del traspaso forzado que se hizo sin venia judicial, los grandes diarios pagaron apenas entre un 23% y un 43% del verdadero valor accionario que Papel Prensa tenía en tiempos de David Graiver.

El clima de negocios:

-¡Turrita! ¿Dónde tienen la guita? ¿A quién le pagaban los intereses? jContame, guacha de mierda, entre nosotros no puede haber secretos!

Esmirriado, con cara de pájaro, cuarentón, morocho y de ojos pardos, el comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz jadeaba encima de Lidia Graiver. Una mesa de billar doblaba­ en dos a la desnuda viuda de 33 años. El victimario la aprisionaba contra la baranda profanándola por detrás. Los senos y el rostro de la mujer se aplastaban sobre el paño verde. La cercanía de la lámpara pendiente del techo encan­dilaba. Los quejidos esporádicos de la víctima podían in­terpretarse como exteriorizaciones de beatitud.

Lidia no sentía dolor ni placer. Gemía de rechazo. No participaba de la mutua sumisión con un hombre en la re­ciprocidad de la violencia altruista del sexo. El policía tenía los tobillos engrilletados por pantalones y calzoncillos. Con la camisa desprendida frotaba su pecho contra su vo­luntad, la humillaba, una de las tantas técnicas empleadas para encorvar la resistencia de los interrogados. En su omnipotencia le demostraba que no sólo podía secuestrarla sino también violarla… (Esto ocurría el 18 de marzo de 1977, y lo cuenta Juan Gasparini en un fragmento de su libro sobre David Graiver)


Tan sólo un par de meses después, en mayo de 1977, en una solicitada publicada en su tapa, Clarín, bajo el título “A la opinión pública” dio su versión de la compra de Papel Prensa, aclarando que “la transacción se celebró a la luz pública y con el consentimiento previo y posterior del Estado”, algo que se hizo –decía– “resguardando el abastecimiento para todos los diarios de su principal insumo, en defensa de la libertad de prensa, de conformidad con una centenaria tradición argentina y respetando uno de los soportes de nuestro estilo de vida”.

A poco más de un año, pasaba esto: “La connivencia de la dictadura con los diarios Clarín y La Nación se puso de manifiesto con claridad el 26 de septiembre de 1978, cuando se inauguró la planta de esta compañía en la localidad de San Pedro. Allí se hizo presente el dictador Jorge Rafael Videla que, según las crónicas periodísticas de la época, luego de bajarse del helicóptero, fue recibido por el propietario de La Nación, Bartolomé Luis Mitre; como así también por Héctor Magnetto (sigue siendo el CEO del Grupo Clarín).

En su discurso, Videla dejó en claro por dónde pasaba la asociación de la dictadura con estos medios periodísticos: “A veces es indispensable el callar y la prudencia de un silencio cuando está en juego el bienestar común”, afirmó el dictador. Y brindaron por ello:

Este viernes, nos tocará brindar a nosotros:


3 comentarios:

Daniel Olivau dijo...

¡Muy buen articulo!! Gracias por dar a conocer los oscuros negocios de las empresas mediaticas. Pone todo en contexto y se entiende mejor.

Claudio Pereyra dijo...

Hola. Me interesa la historia de Papel Prensa.
Empezaste el raconto diciendo "En 1976, David Graiver controlaba la totalidad de Papel Prensa".
Me gustaría saber como llegó Graiver a Papel Prensa? Si no tuvo que ver la gestión de Ber Gelbard como Ministro, como sucedió entonces?

Saludos

Aldo Ulises Jarma dijo...

Claudio Pereyra:Acá está todo explicado en forma brillante. Fijate:
http://www.youtube.com/watch?v=MZZLf4CynQQ&feature=player_embedded