En este revelador artículo firmado por el periodista Horacio Verbitsky se describen las vinculaciones entre la multinacional Monsanto, Felipe (hacerse el boludo) Solá y el Director del Suplemento Rural de Clarín Héctor Huergo. Imperdibles éstos párrafos:
"Solá autorizó la introducción en la Argentina de la soja transgénica de Monsanto y el plaguicida que la acompaña, el glifosato. El avance de ese paquete tecnológico amenaza la soberanía alimentaria del país, afecta la calidad de los suelos y ha provocado graves problemas de salud a las poblaciones fumigadas con el agrotóxico que la transnacional estadounidense comercializa con la marca Roundup. La Argentina fue el segundo país del mundo en autorizar la soja RR (por resistente al Roundup), luego de Estados Unidos, en tiempo record y sin otras pruebas que las realizadas por la propia empresa.
En su impresionante libro de investigación El mundo según Monsanto, que en un año ya se publicó en trece idiomas, la periodista francesa Marie Monique Robin describe la combinación de amenazas y sobornos con los que Monsanto avanza sus negocios a escala planetaria y menciona los ejemplos de Canadá e Indonesia, donde la transnacional pagó a funcionarios para la introducción de su hormona del crecimiento y su algodón transgénicos.
Un dato que incluso algunos calificados investigadores desconocen es que el principal impulsor de la autorización de la soja RR y el glifosato fue el ingeniero Héctor H. Huergo, a quien Solá designó como director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, donde permaneció entre febrero y noviembre de 1994. Su esposa de entonces, Silvia Mercado fue la agente de prensa de Solá. El ingeniero agrónonomo e historiador Alberto Lapolla, quien renunció como responsable agrario de Proyecto Sur cuando Claudio Lozano votó en la Cámara de Diputados en contra de las retenciones, como reclamaba la Sociedad Rural, fue compañero de facultad de Huergo. Allí ambos conocieron a Solá, que era unos años menor. Lapolla recuerda que por entonces, Huergo era el dirigente estudiantil del Partido Obrero Revolucionario Posadista. Luego se acercó al frigerismo y en vez de escribir en Voz Planetaria, que era el órgano oficial del POR, ingresó a Clarín, donde desde 1971 dirige el Suplemento Rural. Huergo también preside la Asociación Argentina de Biocombustibles, tiene una consultora en agronegocios y fue el introductor en el país del modelo norteamericano de las ferias abiertas, que Clarín y La Nación aplican en la empresa conjunta Expoagro.
Solá firmó el permiso (para la soja transgénica). Lo hizo en dos resoluciones notablemente escuetas. La 115, del 14 de marzo de 1996, estableció el método de solicitud de autorizaciones para “la experimentación o liberación de la semilla de soja transgénica”. La 167, del 3 de abril de 1996, autorizó a producir y comercializar la semilla y los productos y subproductos de la soja “tolerante al herbicida glifosato”.
Ese mismo año, Huergo creó el canal Rural de televisión por cable. Jorge Rulli, quien era titular de la Comisión Nacional de Diversidad Biológica dependiente de la Secretaría de Agricultura le reprochó a Huergo que violara los pactos firmados por la Argentina sobre biodiversidad. Huergo le contestó que se había quedado en el pasado: “Hoy la biodiversidad se hace en los laboratorios”. Para Lapolla las autorizaciones deberían emanar del Ministerio de Salud, ya que es imposible obviar los efectos de los transgénicos sobre el ecosistema, sobre la selección natural y sobre otras especies, como la maleza, que no pueden evaluarse en un par de años y sin una investigación multidisciplinaria, compleja y cara. “Ya entonces Huergo era un empleado de Monsanto. Desestructuró el INTA, transfirió el capital genético estratégico para el país a las empresas privadas como Monsanto y Nidera, les permitió el acceso a los archivos secretos del INTA, cuyos equipos de investigación también fueron comprados por estas empresas. Esto le permitió a Monsanto crear la soja RR sobre la base de la variedad de soja natural desarrollada en la Argentina para los suelos del país. Quienes estaban en desacuerdo fueron despedidos del INTA.
Así se perdió, entre otras, una variedad de maíz resistente a las sequías, que hubiese sido muy rentable para los pequeños productores y podría haber competido contra la soja transgénica. Huergo hizo todo esto, pero el impulsor decisivo del avance de la soja transgénica en la Argentina fue el propio Solá”, concluye Lapolla. Huergo coincide. En su columna del 10 de enero El soy power llega a la política, escribió en Clarín Rural: “Felipe Solá fue casi diez años secretario de Agricultura, y su gran pergamino fue la autorización de la soja RR en 1996”. Con admirable modestia, nada dijo de su propio rol en el acontecimiento que, se ilusiona, “cada vez tallará más fuerte en la gran escena política nacional”.
"Solá autorizó la introducción en la Argentina de la soja transgénica de Monsanto y el plaguicida que la acompaña, el glifosato. El avance de ese paquete tecnológico amenaza la soberanía alimentaria del país, afecta la calidad de los suelos y ha provocado graves problemas de salud a las poblaciones fumigadas con el agrotóxico que la transnacional estadounidense comercializa con la marca Roundup. La Argentina fue el segundo país del mundo en autorizar la soja RR (por resistente al Roundup), luego de Estados Unidos, en tiempo record y sin otras pruebas que las realizadas por la propia empresa.
En su impresionante libro de investigación El mundo según Monsanto, que en un año ya se publicó en trece idiomas, la periodista francesa Marie Monique Robin describe la combinación de amenazas y sobornos con los que Monsanto avanza sus negocios a escala planetaria y menciona los ejemplos de Canadá e Indonesia, donde la transnacional pagó a funcionarios para la introducción de su hormona del crecimiento y su algodón transgénicos.
Un dato que incluso algunos calificados investigadores desconocen es que el principal impulsor de la autorización de la soja RR y el glifosato fue el ingeniero Héctor H. Huergo, a quien Solá designó como director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, donde permaneció entre febrero y noviembre de 1994. Su esposa de entonces, Silvia Mercado fue la agente de prensa de Solá. El ingeniero agrónonomo e historiador Alberto Lapolla, quien renunció como responsable agrario de Proyecto Sur cuando Claudio Lozano votó en la Cámara de Diputados en contra de las retenciones, como reclamaba la Sociedad Rural, fue compañero de facultad de Huergo. Allí ambos conocieron a Solá, que era unos años menor. Lapolla recuerda que por entonces, Huergo era el dirigente estudiantil del Partido Obrero Revolucionario Posadista. Luego se acercó al frigerismo y en vez de escribir en Voz Planetaria, que era el órgano oficial del POR, ingresó a Clarín, donde desde 1971 dirige el Suplemento Rural. Huergo también preside la Asociación Argentina de Biocombustibles, tiene una consultora en agronegocios y fue el introductor en el país del modelo norteamericano de las ferias abiertas, que Clarín y La Nación aplican en la empresa conjunta Expoagro.
Solá firmó el permiso (para la soja transgénica). Lo hizo en dos resoluciones notablemente escuetas. La 115, del 14 de marzo de 1996, estableció el método de solicitud de autorizaciones para “la experimentación o liberación de la semilla de soja transgénica”. La 167, del 3 de abril de 1996, autorizó a producir y comercializar la semilla y los productos y subproductos de la soja “tolerante al herbicida glifosato”.
Ese mismo año, Huergo creó el canal Rural de televisión por cable. Jorge Rulli, quien era titular de la Comisión Nacional de Diversidad Biológica dependiente de la Secretaría de Agricultura le reprochó a Huergo que violara los pactos firmados por la Argentina sobre biodiversidad. Huergo le contestó que se había quedado en el pasado: “Hoy la biodiversidad se hace en los laboratorios”. Para Lapolla las autorizaciones deberían emanar del Ministerio de Salud, ya que es imposible obviar los efectos de los transgénicos sobre el ecosistema, sobre la selección natural y sobre otras especies, como la maleza, que no pueden evaluarse en un par de años y sin una investigación multidisciplinaria, compleja y cara. “Ya entonces Huergo era un empleado de Monsanto. Desestructuró el INTA, transfirió el capital genético estratégico para el país a las empresas privadas como Monsanto y Nidera, les permitió el acceso a los archivos secretos del INTA, cuyos equipos de investigación también fueron comprados por estas empresas. Esto le permitió a Monsanto crear la soja RR sobre la base de la variedad de soja natural desarrollada en la Argentina para los suelos del país. Quienes estaban en desacuerdo fueron despedidos del INTA.
Así se perdió, entre otras, una variedad de maíz resistente a las sequías, que hubiese sido muy rentable para los pequeños productores y podría haber competido contra la soja transgénica. Huergo hizo todo esto, pero el impulsor decisivo del avance de la soja transgénica en la Argentina fue el propio Solá”, concluye Lapolla. Huergo coincide. En su columna del 10 de enero El soy power llega a la política, escribió en Clarín Rural: “Felipe Solá fue casi diez años secretario de Agricultura, y su gran pergamino fue la autorización de la soja RR en 1996”. Con admirable modestia, nada dijo de su propio rol en el acontecimiento que, se ilusiona, “cada vez tallará más fuerte en la gran escena política nacional”.
2 comentarios:
Que alegron encontrar este blog!!
La nota me había llegado por email y al comenzar a investigar a este Hector H. Huergo por internet me encuentro que levantaste la nota de HV en tu blog y voy a hacer lo mismo en el mio.
Ya te pono en mis favoritos.
http://blogs.clarin.com/ana-guerini.
Un placer compañero!!
Muchas gracias Ana. Un gran abrazo desde Tucumán
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