El caso de Candela quedará en la historia criminal argentina como un jalón de la más inconcebible crueldad y horror. La venganza mafiosa mostró su rostro más despiadado cobrando la vida de Candela, no hay dimensión para calificar esta monstruosidad. No estamos en condiciones de hacer un análisis del caso porque carecemos de información adecuada debido que en esta fase de la causa, los profesionales responsables de la investigación deben conservar la confidencialidad sobre las estrategias implementadas. No se puede recurrir al menjunje de versiones armadas por una jauría de irresponsables con micrófono que no dudan en prejuzgar: yendo desde exponer la vida privada de un vecino de la víctima hasta la calidad del desempeño profesional de los fiscales.
Subiendo en el nivel de carroña, encontramos a los grandes pensadores de los medios hegemónicos intentando ensamblar algún artilugio basado en la misma podredumbre que instalan los noteros ante las cámara de tal forma de endilgar un espectro de culpabilidad directa a los gobiernos tanto Nacional como de Buenos Aires. Sin ponernos en sociólogos podemos hacer referencias históricas a situaciones en las cuales las masas fueron manipuladas antes hechos criminales para encausarlas al linchamiento de algún culpable real o fabricado. Esto es la esencia de la inquisición o del Ku Klux Klan. TN en un momento mostró tanto el acto criminal de escupir a un jefe policial como las acusaciones desde el anonimato a un fiscal y en ningún momento criticaron esos comportamientos marcadamente antisociales demostrando el claro propósito de TN en darles cierto aire de legitimidad. Estaban justificando el linchamiento.
Una ignorante habilitada con micrófono en los estudios de TN mencionaba al caso Candela como de impacto internacional. Tal desmesura simplemente mostraba la pobrísima visión de la realidad por parte de esa seudoperiodista. El dolor que nos transmite el caso Candela a los argentinos es de un impacto considerable, pero allende la frontera es mucho más relevante internacionalmente el asesinato mafioso de una jueza en Rio de Janeiro la semana pasada, ciudad sede de las próximas olimpíadas, o el tráfico continuo de esclavas sexuales desde Europa del Este, o la masacre mafiosa de 53 personas en Monterrey, México.
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