LA CULTURA DE LOS DERROTADOS

No descubro nada si digo que estamos librando una lucha política y, simultáneamente, una batalla cultural.

Esa contienda cultural tiene un oponente, digamos, clásico: la derecha, la de siempre: neoliberal, elitista, antiperonista, antisindicalista, "republicana", cipaya, etc. Todos sabemos como librar esa batalla: lo venimos haciendo desde que tengo memoria.

Es la derecha que hoy hace gala de un odio visceral contra el kirchnerismo, como tan bien describe Mario Wainfeld por acá.

Es la derecha que desde que se creó este país se cree portadora del estandarte de "la civilización", y tiene, por lógica, el atávico miedo a ser destruida y derrotada por las hordas bárbaras: hoy encarnadas por el peronismo kirchnerista realmente existente.

Los otros:

El otro sector con el cual libramos la batalla cultural es mucho más sofisticado: son los "progres antikirchneristas": los Lanata, los Tenembaum, los Caparrós, los Leuco, etc. Son los que a veces te corren por izquierda, otras veces se vuelven feroces "republicanos", practican el honestismo sin toma de posición ideológica, elaboran complejas cabriolas y firuletes verbales merecedores de mejores causas, o simplemente pretenden explicar la realidad política con una frase: "estos K tienen un culo impresionante".

Lo que motoriza a este sector normalmente no es el odio, sino los egos insatisfechos en la mayoría de los casos, o el haber quedado cobrando el sueldo del otro lado del mostrador.

Lo divertido es ver como todos tienen algo en común: como no se sienten cómodos compartiendo opiniones con lo peor de la derecha, siguen la lógica de los derrotados y acusan: los K no son  sinceros, simulan o tienen segundas intenciones.

Un caso paradigmático es el de los derechos humanos: hace años que vienen diciendo que los Kirchner "utilizan" la temática de los derechos humanos para legitimar sus negociados, que sólo son simuladores y, por tanto: eran ellos los "genuinos" defensores de los derechos humanos.

Resulta que cuando el gobierno decide avanzar con su denuncia sobre Papel Prensa, nos venimos a enterar que Lanata "está harto de la dictadura", Caparrós cree que "ya no tiene sentido discutir sobre los 70" y Tenembaum nos dedica peroratas radiales sobre "¿Hasta cuando seguirá el kirchnerismo enfrentando a los argentinos con cosas que ocurrieron hace más de 30 años?"

Digo yo, ¿No era el kirchnerismo el que simulaba? ¿No eran ellos los genuinos defensores de los derechos humanos? Parece que sus convicciones tenían fecha de vencimiento.

Nada nuevo en la historia: una supuesta vanguardia progresista comienza a percibir su derrota cultural y a comprender que, tarde o temprano, sólo le quedarán dos caminos: integrarse al nuevo bloque de vanguardia o quedar pegados con la derecha corporativa argentina.

En ambos casos, lo saben, encarnarán la cultura de los derrotados.