LOS KIRCHNER EN SU LABERINTO: MEDIOS, DESEO Y POLÍTICA

¿Quién no conoce dos o tres hijos de puta?

En el teatro under tucumano un actor tenía una sana costumbre: cuando terminaba la obra le pedía al público que si les había gustado por favor la recomendaran, y que si a alguno no le había gustado, y bueno… ¿quién no conoce 2 o 3 hijos de puta para recomendarla?

Les diría que este post está fundamentalmente dirigido a esos hijos de puta que todos conocemos: ¿Quién no tiene una tía, un primo, un cuñado, un amigo, etc. que destile odio y muerte contra piqueteros, políticos, delincuentes, inmigrantes latinoamericanos o la conchuda K?

Es decir, intentaré analizar aquí a todos aquellos que no me leen pero que uds. conocen perfectamente. Así que ya saben: están condenados a recomendar este post!

La pregunta del millón:

Un fantasma recorre la blogósfera a la hora de analizar lo que está pasando actualmente en la sociedad argentina y su posicionamiento político, sobre todo de la clase media. Resumo ese interrogante en estos tres párrafos:

1) Lucas se pregunta:

"¿Cómo puede ser que con casi 60 mil millones de dólares de reservas, superavit gemelos, récord de exportaciones, tarifas de servicios públicos subsidiadas, paritarias en alza, reducción de la desocupación y la pobreza, movilidad jubilatoria, desendeudamiento, crecimiento, crisis internacional, récord en obras públicas, universalización del acceso a la medicina y los anticonceptivos y la jubilación y la asignación por hijo, cómo puede ser que con la renovación de la Corte Suprema, la anulación de los indultos y las leyes de obediencia debida y punto final, cómo puede ser que estemos para la mierda?"

2) Gerardo solicita respuestas:

“Si una persona recuperó el empleo y hasta pudo comprarse un autito con los K pero está convencida de que su situación es horrible, pues estamos ante un desafío enorme al que no podemos ni debemos negarnos a encarar. Habrá que repensar y rebuscar una y mil veces el argumento, pero seguro que en algún lado está. El problema lo tenemos nosotros si no encontramos la refutación a la agenda que el dispositivo monta minuto a minuto.

Habrá que trabajar por acá tratando de descular ese misterio de la época que nos muestra a un gobierno que gestionó como pocos a favor de la clase media pero cosechó su odio militante. Este misterio me subyuga verdaderamente. Si alguien encuentra un período donde a la clase media le haya ido mejor en los últimos 30 años le regalo un asado... Y si alguien encuentra en ese mismo período un gobierno tan puteado por ese sector como el de Cristina, también le pago el tinto”

3) La Pipi de Caseros reniega del absurdo:

“Lo más complejo es el absurdo. Uno como kirchnerista está constantemente sorprendido por los absurdos: la forma de titular de los medios, el discurso crispado de la oposición, Doña Rosa repitiendo palabras vacías que nada tienen que ver con su realidad material. Todo el discurso opositor es un absurdo que hay que demostrar con la certeza de la “realidad real”. Es decir, no hay que mostrar que hay falsedad mediante la comprobación del absurdo, sino que hay absurdo tomado como verdad y entonces la cosa se torna muy ilógica, muy irracional”

Bueno… de eso trata este post, del enorme desafío intelectual de intentar dar respuestas a esas preguntas. Y es que nada es irracional, aún cuando se trate de analizar en Argentina 2010 a la política y a la clase media. Ni tan siquiera creo que la Argentina sea un caso aislado dónde se produce este fenómeno sociológico, tan sólo varía el decorado, y el carácter latino junto con el peronismo ponen el resto.

La fábrica de deseos:

Bernard Stiegler, filósofo e escritor, autor de De la Misére Symbolique (tomos 1 e 2), Galilée, Paris, 2004, advierte:

“Una fábula dominó los últimos decenios, impregnando en gran parte los pensamientos políticos y filosóficos: consistía en querer hacernos creer que habíamos entrado en la era del “tiempo libre”, de la flexibilidad de las estructuras sociales, en resumen, en la “sociedad de los placeres y el individualismo”.

Por el contrario, a través de la hipermasificación, ahora los individuos son los instrumentos de una nueva servidumbre voluntaria; producida y organizada por las industrias culturales y por programas que forman lo que el filósofo Gilles Deleuze llamó las sociedades de control: éstas desarrollan ese capitalismo cultural y de servicios que fabrica por entero los modos de vida, transforma la vida cotidiana en el sentido de sus intereses inmediatos, uniformando las existencias por la vía de “conceptos de marketing”.

El marketing, como señala Gilles Deleuze, se transformó entonces en el “instrumento de control social”. La llamada sociedad “post-industrial” se transformó, por el contrario, en hiperindustrial (cf. Bernard Stiegler en De la misère symbolique. 1. L’époque hyperindustrielle. Galilée, Paris, 2004). Lejos de caracterizarse por el predominio del individualismo, asistimos a la pérdida de la individualidad generalizada.

El concepto de pérdida de la individualidad introducido por el filósofo Gilbert Simondon revela lo que acontece en el siglo XIX al obrero sometido al servicio de la máquina – herramienta: que se ve así reducido a la condición de proletario. De allí en adelante es el consumidor el que está uniformado en sus comportamientos por la fabricación artificial de sus deseos por medio del marketing. El pierde ahí su saber vivir, o sea, sus posibilidades de existir. Esa privación de su individualidad, y por tanto de su existencia, es extremadamente peligrosa:

En las sociedades de control se trata de condicionar, por medio de las tecnologías audiovisuales y digitales, los tiempos de conciencia y el inconsciente de los cuerpos y de las mentes. Así, en la era hiperindustrial, la hipersincronización (multimedios y marketing mediante) conduce a la pérdida de la individualidad por la homogeneización de los comportamientos individuales, acarreando una miseria simbólica que amenaza las capacidades mentales, intelectuales, afectivas y estéticas de la humanidad.

Concluye Bernard Stiegler que la industria cultural (lo que acá llamamos multimedios) engendra rebaños de seres humanos en permanente y angustiante malestar, rebaños que se aproximan cada vez más a una horda furiosa”

¿Les suena? Yo conozco a varios…

Sin embargo, nunca aceptarán ser catalogados como tales. Muy por el contrario, nos endilgarán que caemos en el “clásico error” de subestimar a la clase media argentina, que es sabia, y que por ese pecado se perdió la última elección.

De allí que recurro a estos filósofos franceses insospechados de practicar kirchnerismo setentista y crispado.

La colonización de la subjetividad:

Pero si de lenguaje setentista hablamos, José Pablo Feinmann, ahora sí mirando la Argentina, describió el fenómeno comunicacional de forma brillante:

“El poder comunicacional colonizó la subjetividad de los taxistas. Ahora, todos o casi todos, comunican al pasajero “sus” opiniones en lugar de comentarle lo que “se dice”.

El viaje en taxi, por consiguiente, se ha vuelto terriblemente aburrido. Uno sube, dice buenas tardes o buenas días o lo que sea y el taxista empieza a hablar. No bien dice las dos primeras palabras, uno ya sabe todas las otras que va a decir… el hombre cree que expresa sus ideas, pero expresa las ideas de otros.

El triunfo del poder comunicacional ha consistido en hacerle creer que aquello que dice es lo que él dice, que las ideas que expresa son “sus” ideas, que su subjetividad le pertenece y hasta se encuentra habitada por convicciones fuertes, las más fuertes que tuvo en su vida. No habla, es hablado. No tiene subjetividad, se la han colonizado, se la expropiaron y le pusieron otra que habla por él. Sin embargo, él se cree más libre que nunca…

No sería grave si esto les pasara sólo a los taxistas. Le pasa a “todo el mundo”. Es el nuevo proyecto de dominación mundial: colonizar las conciencias, someter la subjetividad.

Es la revolución comunicacional. Radica en eliminar de la Tierra la capacidad denegación, de diferenciación. En consolidar el Todo imperial. La globalización del tercer milenio. En encadenar, no ya los cuerpos sino los sujetos. Sujetar los sujetos. Sus principales armas no son tanques, ni misiles, ni neutrones. Es la televisión. Es el cine. Es el periodismo. Los magazines. Las radios. Los canales de cable”

Houston, tenemos un problema:

A mi entender, quienes mejor encuadraron la naturaleza del problema político – sociológico de la Argentina 2010 fueron Martín Rodríguez y Alejandro Rubio cuando dicen:

“Los Kirchner son objetivistas: creen en la macroeconomía, en la política exterior, en los números, la gestión y los hechos puros y duros. Se sienten algo desconcertados cuando la autopercepción de la sociedad, que dista de ser espontánea, no concuerda con estos datos objetivos (todos positivos después del 28 de junio). ¿Cómo responden? Actuando sobre los factores objetivos: intentando desarbolar, mediante leyes y medidas de gobierno totalmente legítimas, el complejo político-económico-mediático que digita la Argentina por lo menos desde 1976. Pero esto es insuficiente para estimular la aprobación de su gestión y sus figuras, porque, en este caso, muerto el perro no se acaba la rabia. Los imaginarios sociales, que tanto influyen en los resultados electorales, que a su vez influyen en la objetividad social, tienen una lógica relativamente independiente de los hechos políticos tal como puede verlos un historiador”

¿Se entiende? Lo pongamos en el plano de la lógica (puramente filosófica) de este post: Por un lado, dijimos que el poder comunicacional conduce a la pérdida de la individualidad por la homogeneización de los comportamientos individuales (Bernard Stiegler) y coloniza la subjetividad (Feinmann).

Por otro lado, los Kirchner son objetivistas y responden actuando sobre los factores objetivos. Es decir: actúan (casi exclusivamente) sobre un plano de la realidad (objetivo) distinto de aquél donde se localiza el principal problema (subjetivo). Consecuencia: modificar el imaginario social se vuelve una quimera, tal como sostienen Rodríguez y Rubio.

La política como espectáculo:

La hipermasificación antes descripta está generando nuevos escenario políticos y requiriendo soluciones acordes en todos lados. Vale la pena leer al español Fernardo Vallespín:

“La consecuencia es, desde luego, el ejercicio de una política menos discursiva y mucho más emocional; menos cerebral y más atenta a lo retórico; una política que pierde densidad abstracta y se imbuye de la ligereza de lo cotidiano.

Lo políticos y sus asesores de imagen saben que todas estas dimensiones son ya imprescindibles. Hoy y en el futuro inmediato no hay liderazgo si aquéllos no se saben acoplar a estas nuevas lógicas, ya sea mediante intervenciones de calculada frivolidad o acentuando lo personal y emotivo. Y hay versiones para todos los gustos. Desde la proximidad mediática que despliega un Obama hasta esa especie de centauro de presidente/showman que nos encontramos en el Chávez del programa Aló Presidente. El éxito relativo de unos y otros pasa, en todo caso, por una adecuada adaptación a este nuevo escenario del cotidiano consumo de esparcimiento. Quien fracasa en su intento por estar ahí presente pierde pie en la lucha por conseguir la atención popular.

Y no sólo eso. Uno de los valores fundamentales de la política de hoy, la credibilidad, se gesta en gran parte en estas estrategias por aproximarse a ciudadanos que sólo se reconocen ya dentro de estos lenguajes mediáticos de una sociedad de masas”

Ejemplo: el año pasado charlaba con jóvenes que me decían que les gustaba el colorado De Narváez porque tenía “buena onda”, y punto. Y el “colo” sabe eso perfectamente: de allí que “desaparece” después de cada elección; olvídense de verlo hablando en el Congreso o saturando los medios con sus opiniones al mejor estilo Carrió. No le interesa ese juego “político”: quiere preservar su costado antipolítico todo lo que pueda hasta que llegue el momento de retornar al show, vender “buena onda” y hablar mal de “los políticos” que ahora se desgastan en la pelea: Cobos, Carrió, Macri, etc.

No tengo dudas que las últimas “jugadas” de Cristina, alabando la carne de cerdo o subiéndose al cuatriciclo de los Patronelli, deben leerse dentro de la lógica de intentar dar la pelea en el plano de lo subjetivo. Vale la intención, pero habrá que mejorar la puntería en el futuro, y mucho, si se quiere construir una imagen distinta a la ya clásica (y exitosa) demonización mediática.

Crónica de un deseo:

Las últimas encuestas vienen indicando una tendencia: la baja imagen positiva ya no es patrimonio tan sólo de Néstor y Cristina. Casi todos los líderes opositores vienen en caída libre: un escenario difícil si los hay.

¿Por qué? A mi humilde entender ello se explica por lo siguiente: una gran parte de la sociedad (clase media), influida por los multimedios, rechaza el “exceso de política” o “decisionismo ideológico” de los Kirchner. Lo que Martín Rodríguez llama “el proyecto sin imagen”.

Por otro lado, esos mismos multimedios venden a los líderes políticos de la oposición como meros productos de marketing, vacíos de todo contenido político o programa de gobierno como no sea el de oponerse al kirchnerismo o “defender las instituciones” (La imagen sin proyecto).

Hasta ahí todo bien para la oposición; analicemos ahora sus problemas:

Por un lado, ya transformados los líderes opositores en productos del marketing mediático, los electores se comportan con ellos como consumidores: experimentan con ellos el mismo disgusto en relación a todos los otros productos de consumo masivo. Se transformaron en el oscuro objeto del deseo de la clase media.

Por otro lado, todos adolecen de un mismo tendón de Aquiles: carecen de estructuras políticas sólidas y de trabajo territorial. Como dijo el diputado socialista Jorge Rivas: “todos quieren ser Lula pero nadie hace el PT”

La mentira que necesita la multitud:

Alguna vez, ese grandísimo escritor argentino llamado Roberto Arlt diría en una de sus Aguafuertes Porteñas: “el que encuentre la mentira que necesita la multitud será el rey del mundo”

Hoy esa multitud, ese rebaño de Stiegler que vive en permanente y angustiante malestar, siente que Cristina con sus discursos de corte intelectual e ideológico, y tono de directora de escuela, no hace más que potenciar ese estado de ánimo. Por otro lado, esa misma multitud, ya comienza a percibir a los líderes mediáticos como “paquetes”, productos y cáscaras vacías incapaces de gobernar. Un auténtico problema: “la gente” está cansada de los políticos ideologizados y comenzó a darles la espalda también a los puramente apolíticos y marketineros.

Eso torna sumamente complicado el escenario 2011: al gobierno no le alcanzará con la permanente iniciativa política ni con la exhibición de sus logros pasados ni su proyecto futuro si, al mismo tiempo, no logra mejorar algo el imaginario social.

A la oposición, por el contrario, si sus popularidades mediáticas se mantienen vacías de proyectos y de promesa de gobernabilidad, pueden perder “por una cabeza”.

No creo en eso de que “los pueblos nunca se equivocan”. Se cansan de equivocarse. Pero ojo: ¡los pueblos no se suicidan!