Mendieta, en agosto pasado, daba un lindo ejemplo de cómo funciona la “libertad de expresión” en América Latina. Y Mario Wainfeld lo tomó prestado:
“Ejemplito: Le pedimos al lector que admita un ejercicio. Repasemos párrafos salientes de un artículo publicado hace pocos días, referido al gobierno kirchnerista. Lea con calma, acepte el convite. “Creyeron ser los dueños del país y que con ellos recién se empezaba a escribir su historia, la sola que merecía ser forjada y recordada. (...) Consecuentes con esa mentalidad, algunos de los regímenes que han barrido por años, y en alguno por más de medio siglo, con el Estado de Derecho, sus libertades y su pluralismo, siguen siendo venerados en esas filas, con quienes se estrecharon amistades, como ocurre con el régimen cubano y con
El lector dirá que es, apenas, una muestra del trillado discurso de la fracción dominante de la prensa argentina. Pero ocurre que el texto (al que se han hecho podas irrisorias para sostener el juego) se publicó en el diario uruguayo El País, fue firmado por el columnista Enrique Beltrán y se refiere al gobierno de Tabaré Vázquez”
¿Me siguen?
Bueno… el segundo ejemplito que encontré casualmente en youtube es aún más impresionante porque trasciende fronteras espaciales y temporales. En efecto, escuchen a Federico Luppi hablando sobre la actualidad política española de hace más de 2 años:
Increíble: parece que describiera a la oposición argentina y a la línea editorial de Clarín y
¿Será casualidad todo esto? ¿Una simple consecuencia de la globalización? De ninguna manera. Somos muchos, desde hace rato, los que venimos advirtiendo sobre este fenómeno mediático. Los tres poderes de Montesquieu ya no son lo que eran hace más de 200 años.
Este último domingo en el diario Página 12, en una nota que hará historia, José Pablo Feinmann lo explica de forma brillante. Les dejo algunos párrafos:
“Todo lo que está pasando –en nuestro país y en el mundo– se integra en una estrategia global de contrainsurgencia. Los tiempos son graves y se irán endureciendo. La derecha occidental (que se expresa en la contrainsurgencia) tiene como horizonte inmediato el retorno a
La contrainsurgencia en el siglo XXI consiste en asegurar la unipolaridad del Imperio bélico-comunicacional. Se trata de la única revolución exitosa del siglo XX: la revolución comunicacional. El Imperio es bélico porque somete por las armas. Y es comunicacional porque somete por los medios.
La misión de lo comunicacional es la de la colonización de las conciencias. Foucault acertó al decir que había que abandonar la idea de la “crueldad” como inherente a la “represión”. No, la represión comunicacional radica en entretener al receptor y atrapar su conciencia y sofocarla y colonizarla con la “verdad” del poder. La verdad no existe. La verdad es una creación de los medios. Los medios son parte esencial de la contrainsurgencia.
La contrainsurgencia enfrenta un fenómeno global, la insurgencia. Que está en todas partes. La enfrenta con las armas –al viejo estilo– y con los mass media, al nuevo estilo. “Denme a un sujeto, pónganlo 16 horas frente a un televisor y tendré un sujeto-sujetado”, podría decir el guerrero comunicacional. La insurgencia se sofoca por medio de la verdad de la contrainsurgencia que los medios que le sirven imponen a la población.
En América latina el panorama es grave. Sé que Horacio González se presentó en un programa de televisión (Los siete locos) y sólo dijo: “Estoy aquí para advertir que una derecha temible nos acecha. Quiero decir eso, nada más”. Repito: lo de Honduras es gravísimo. Lo de Colombia también. Chávez está marcado, sólo lo salva el petróleo que negocia con Estados Unidos. Pero tiene una oposición golpista y educada en Miami. Evo ya ha enfrentado situaciones de golpe institucional. Nosotros también. Tenemos, para el Imperio y sus aliados locales, un gobierno insurgente. Un gobierno glocalizador. De aquí la furia que se descarga contra él. La ausencia de figuras lúcidas, inteligentes, en una oposición endeble, se sustituye por la agresión mediática”
2 comentarios:
Muy bueno el rejunte. Ahora, en el fondo (o hablando a calzón quitado), ¿existe una manera de "ganar" en esta guerra fría entre la insurgencia y la contrainsurgencia? Yo no lo se. Discursivamente, es muy difícil..
Los gobiernos progresistas de América Latina han avanzado más de lo esperable pero el imperialismo parece decidido a poner un 'stop' a tanta "ideologización".
Está muy complicado si uno lo piensa seriamente.
Coincido Yevgeny está muy complicado. Es lo que dice Feinmann.
Pero bueno, ¿cuántos pensaban el 29 de junio embocar a esta altura del año una nueva ley de medios?
Habrá que seguir apostando a la política y su poder transformador. No queda otra.
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