HABEMUS CRISIS

Hace unas semanas pudimos leer hasta en la sopa que el vaticano estaba en crisis, y se la adjudicaban a la difusión de cartas reservadas que dejaban al desnudo disputas de poder que ponían en riesgo el futuro de la iglesia.

Interesante para una película de Hollywood. Pero no es eso lo central ni explica ello el por qué de la crisis en la iglesia con sede en el Vaticano. En todo caso, la crisis se tornó tan profunda que logró romper el tradicional secretismo de la iglesia católica.

Y es que, en realidad, lo que está haciendo eclosión es la estrategia explicitada por el Papa Ratzinger al momento de su asunción: “ante el relativismo reinante, apostamos a la preservación inalterable del dogma. Cuando pase la ola de relativismo, la gente volverá al rito, al dogma inmutable”.

Una excelente estrategia, y quizás la única, para un continente europeo donde la batalla contra el relativismo, el racionalismo, el hedonismo y el materialismo estaba perdida hace rato por el dogma católico. Es decir: la estrategia de Ratzinger pecó de eurocentrista. Algo así como una solución europea para los problemas de los europeos; sin tener presente que en el resto del mundo (Latinoamérica, por ejemplo) el relativismo no constituía “él” problema, sino que allí contaban con una amplia clientela (la más importante en términos globales) todavía abierta a la fe y al sentimiento religioso por las mismas razones de siempre: esperanza, miedo, contención, etc.

Peor aun, en un mundo de lealtades efímeras, no tuvieron en cuenta a la competencia: las diversas variantes evangélicas que pululan por el continente americano y se llevan consigo porciones cada vez mayores del mercado de fieles con una fórmula tan sencilla como adecuar los ritos a la realidad (dejar de lado el celibato, por ejemplo), volverlos más alegres y teatrales, amén de articular redes de ayuda entre sus miembros.

¿Quién no pudo contemplar en cualquier lugar del país el avance lento y sin pausa de estos cultos cristianos “alternativos”?

El paisaje en lugares puntuales de latinoamérica, como el nordeste brasileño por ejemplo, es impresionante: todas las noches se llena de fieles la “Igreja Universal” y la “Madre de Deus”, mientras la tradicional iglesia católica apostólica y romana permanece cerrada. Con sólo atisbar esas reuniones alegres de feligreses afroamericanos, y compararlas con la tristeza y tragedia que pueblan los ritos del catolicismo tradicional, se entienden muchas cosas.

Mientras tanto, la iglesia argentina se concentra en evitar el aborto en las mujeres violadas. ¡Linda bandera de lucha en el mundo de hoy!

En esa miopía histórica se resume el desafío de la existencia misma del culto católico apostólico y romano en las próximas décadas.

Uno de los que mejor retrató ultimamente en el mundo del arte ese cuadro de situación fue el italiano Nanni Moretti en su última película “Habemus Papam”, donde en una escena genial pone a bailar a los cardenales al ritmo de “Todo Cambia” cantado por Mercedes Sosa.

Quien quiera oir que oiga.