Son extrañas las asociaciones que nuestra mente realiza con una noticia. La muerte de Gabo, por caso, me llevó de viaje:
En primer lugar, al hermoso pasado de mi adolescencia, allí donde suelen habitar los mejores recuerdos: el primer beso, los amigos para toda la vida, ese gol jugando para el colegio en el último minuto, la primera vez que vi la "Laguna del Tesoro" luego de subir la cuesta de los desesperados, el abrazo y el llanto con amigos luego del segundo gol de Maradona a los ingleses y ese día que, en "Cien Años de Soledad", descubrí a Melquíades y a José Arcadio Buendía conociendo el hielo.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, diría Neruda. Sin embargo, con los años, tuve la suerte de recorrer gran parte de América y siempre... siempre un fatalismo o un destino mágico te llevan a Macondo y al Gabo. Y es que no se puede entender, ni mucho menos aprehender latinoamérica sin antes haberte emocionado y "pensado" a Macondo.
Me dirán lo que quieran, pero a mí nadie me convencerá de lo contrario, es en Cartagena de Indias donde habitará el fantasma de Gabriel García Márquez, aunque su casa con muro rojo y jardín tropical no sea especialmente pintoresca vista desde afuera:
Calles no le faltan para elegir al Gabo: de las Damas, De los Estribos, Tripita y Media o Tumbamuertos. Y es que su literatura expansiva, mítica y auténtica, habita en esa ciudad caribeña como en ninguna otra: en sus vendedores ambulantes, su naturaleza incontenible, sus taxistas joviales, sus mujeres exuberantes, su comida tropical y por qué no, en esos mulatos que en la Plaza Bolivar juegan al ajedrez y discuten de política, a los gritos, mientras los turistas ingresan al museo de la inquisición.
2 comentarios:
Lindo comentario y hermosa foto. Ay, nunca fui a Cartagena de Indias.
Abrazo
Muchas Gracia Pájaro! Abrazo!
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