
Me estoy refiriendo, claro, al Califato de Córdoba: aún hoy, cuando uno recorre la grandiosa mezquita de Córdoba, la judería y las reconstrucciones del "Al-Andalus" de la torre de

Sí… el Califato de Córdoba fue la época de máximo esplendor político, cultural y comercial de Al-Ándalus.
Por el contrario, hoy vivimos tiempos en que peligran para siempre las contemporáneas fuentes del humanismo judío –las de Karl Jaspers, Gershom Sholem, Walter Benjamín, Jacques Derrida–, pero también corren riesgo los grandes legados de la civilización musulmana, entre los cuales está el inolvidable Averroes.

Les quiero dejar tres reflexiones que leí estos días, escritas todas ellas por judíos:
1) Vergüenza:
Por Pedro Lipcovich
“Hoy, en enero de 2009, la mejor manera de asumir la condición judía es la vergüenza. Vergüenza fáctica, por el genocidio que el Estado de Israel lleva a cabo sobre el pueblo palestino. Vergüenza conceptual, por la grosera identificación de ese Estado con prácticas de las que el pueblo judío ha sido objeto en su historia: el terror sobre la población civil, la negación de los factores básicos para la subsistencia, el gueto.
Pero la mayor vergüenza es la utilización de la memoria de
La política del Estado de Israel es antisemita, no sólo porque sus víctimas, los palestinos, son semitas, sino porque responde a los principios del antisemitismo: la negación de derechos a un conjunto humano definido étnicamente, el sostén de privilegios derivados de un supuesto origen racial, el milenarismo. Pero, sobre todo, se atiene a una condición esencial del antisemitismo, que es la cobardía. La acción del antisemita se desarrolla entre dos polos: en un extremo, tiene por requisito la debilidad de su víctima; en el otro, la fuerza de los intereses que lo alimentan: el antisemita siempre fue matón al servicio de un poder dominante.
El proyecto antisemita, hoy encarnado por el Estado de Israel, fracasará, como ha fracasado antes en la historia, porque su lógica, irrealizable, requiere la desaparición total de la población agredida. Las hazañas militares israelíes –que en la última semana mataron más de cien niños, incluyeron la voladura de una escuela sostenida por las Naciones Unidas y causaron la mayor crisis humanitaria en el territorio de Gaza– sólo pueden prosperar bajo el sostén de la primera potencia económica y militar del mundo. El día que Estados Unidos de Norteamérica caiga, se debilite o modifique sus políticas (o quizás antes), Israel deberá enfrentar las consecuencias de los actos de su Estado”
2) Israel, lo judío y los dilemas de la historia:
Por Ricardo Forster
“…Israel no es la excepción, ni es la cenicienta de las naciones ni es el diablo, ese monstruo en el que lo quieren convertir algunos de nuestros progresistas. Israel ha librado distintas guerras, ha matado y ha sufrido, ha intentado tejer la paz y también la ha boicoteado, ha tenido en su interior voces ejemplares que llamaron y lo siguen haciendo insistentemente a la concordia entre los pueblos, que reclaman el derecho a un Estado palestino, y voces reaccionarias que sueñan con el Gran Israel proyectado desde las escrituras bíblicas y transformados, esos sueños, en delirios de dominación y destrucción. Israel es un país complejo, abigarrado, pleno de contradicciones, sus calles han sido y siguen siendo escenarios de debates políticos, de manifestaciones de distinto tipo, de exigencias en nombre de la paz y de la guerra”. Hoy, cuando escribo estas otras líneas mi pesimismo ha crecido indignado y hondamente dolido ante lo que el ejército israelí, como fuerza de opresión, está haciendo con el pueblo palestino y esto más allá de la excusa que se llama “Hamas” (que no representa los valores democrático-humanistas que ha sabido cultivar ese pueblo sufrido, que, antes bien, ha sido y sigue siendo un factor de violencia en nombre de otras formas del fanatismo). Se trata, ahora, en este preciso momento, de la supervivencia moral del pueblo y de la sociedad israelí, que ha optado en su mayoría por cerrar los ojos ante el sufrimiento del otro para cebarse en su propia ira profundamente atravesada por el prejuicio, la intolerancia y el olvido de su propia historia. Sin paz, sin derecho palestino a su Estado, sin abrir Jerusalén como ciudad de la hospitalidad, todos, tarde o temprano, y en especial los judíos, volveremos a ser extranjeros”
3) Finalmente, les dejo estas tres frases pronunciadas a lo largo de su vida por Albert Einstein:(recopiladas por el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Sanchez Ron)

1 comentario:
Tal como comenté en tu anterior artículo, es esencial diferenciar el judaísmo como fe religiosa del sionismo como opción política. Estos dignos representantes del judaísmo humanitarista lo refrendan.
Tampoco debemos aceptar el término "judió" como nacionalidad o pueblo, de la misma forma que no existe el "pueblo católico" o el "pueblo musulmán" como nacionalidad o como grupo étnico. De hecho, la mayoría de los ciudadanos de Israel son extranjeros: europeos occidentales, rusos, sudamericanos (la mayoría grandes reaccionarios argentinos) y hasta etíopes. No existe dudas de que los palestinos son el mismo grupo étnico (semita) que los palestinos judíos. Por eso el antisemitismo como sentimiento racista ha sido injustamente acaparado por Israel (al igual que el Holocausto) para sus fines políticos y propagandísticos.También recordemos que la reivindicación final del sionismo es el "Gran Israel", que ocuparía toda la actual palestina junto con Líbano, parte de Siria y parte de Jordania.¡Nada más y nada menos que parte del territorio de 3 países soberanos!.
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