Con Domingo Amaya nació en Tucumán una etapa superior de la política swinger: la
política swinger culposa.
Y
es que después de practicar los intercambios de pareja con la UCR – PRO resulta que le entra
la culpa y la vergüenza, para terminar declarando que no se siente tan lejos
del kirchnerismo, que Randazzo es un compañero, que Massa es un compañero, que
De La Sota es un
compañero exitoso y un montón de compañeros más. Todo le da lo mismo mientras lo voten a él. Eso sí, le pide a los peronistas no se
equivoquen: que voten los globos del PRO y el candidato a gobernador del
radical Ernesto Sanz.
La verdad que está bien que sienta
vergüenza, pero que sus prácticas swinger no las describa como peronistas.
Como
decía Juan Domingo Perón, los
peronistas debemos lealtad al movimiento y al conductor. Pretender disfrazar el pase al enemigo con “lealtad al pueblo” es una
afrenta a los peronistas, al campo nacional y popular y al sentido común.
Se
entiende: “Juan Domingo” Amaya se formó políticamente como gerente del Hotel
Metropol y Presidente de la
Cámara de Turismo de Tucumán. Allí aprendió una de las
verdades “peronistas” amayistas: “El
cliente y el turista siempre tienen la razón”. Al decir de Groucho Marx: Si no te gustan mis principios tengo otros.
Todo el armado de la fórmula Cano - Amaya tiene un tufillo a Alianza que apesta. Y estoy convencido que el votante hoy sigue privilegiando la gobernabilidad, no algo que rememore a la experiencia traumática de la Alianza.
Como dice muy bien mi amigo Gerardo Fernández en este post: "Está por verse, entonces, cuántos de los que dicen estar por un cambio radical, lo sostienen dentro del cuarto oscuro, allí donde nadie los ve y donde hasta el banquito les sacan..."
1 comentario:
No, Aldo, no sea cruel, no es que se vea apestoso, es que las ofertas de las boinas amarillas son excelentes y muy tentadoras; imagínese, un día de éstos le viene del sel de animador y le arma un asado con todo, putas especialmente, cómo se resisten?, no pueden, si ya mismo el que no tenga la patrona presentable o la hija ídem pa'l negocio, clavau que se está afeitando las patas, clavaú!, hay que "cambiar" y, naturalmente, hay comedidos entusiastas; si no fuera por mi estado de bagayo calamitoso, me prendía, le juro, no hay que perder el metrobus ni la bicisenda de la historia, no?.
Publicar un comentario