Y antes que nada una aclaración: para el lector de este blog no es una novedad que desde hace varios años vengo criticando la soberbia sectaria en que desembocó el último mandato de Cristina y su lamentable desenlace: la derrota contra Macri y la actual restauración neoliberal que padecemos con desguace del Estado Nacional incluido.
No es el objetivo de este post insistir en esa crítica que a esta altura es una obviedad asumida por casi todos.
Quiero resaltar ahora que la soberbia de Macri al acudir a la entrevista con el Papa Francisco contrasta totalmente con la humildad de creyente con la que asistió Cristina Kirchner.
Veamos: de movida la canciller Susana Malcorra planteó la visita como un encuentro entre dos jefes de Estado. Es decir: Macri en pie de igualdad con Francisco. De allí que no deba sorprender a nadie que el Papa Francisco apelara a la distancia y frialdad del escritorio de por medio. Macri lo ratificó al salir: "fue un encuentro entre dos viejos conocidos". ¿Se entiende no? Nunca se postró como cristiano ante el jerarca de la santa madre Iglesia Católica. En su momento, en cambio, Cristina como católica fue a arrodillarse ante el Papa y a hablar en ese carácter. Se despojó, por sentimiento genuino o inteligencia política, como quieran llamarle, de su ropaje de Jefe de Estado y visitó al Papa con humildad. No es un secreto que recompusieron su relación y que ésta fructificó en varios encuentros con muchos "acuerdos políticos" y visiones conjuntas respecto del preocupante escenario económico internacional. Seguramente la formación peronista de ambos influjó. También mutuas conveniencias motivadas en la realidad latinoamericana.
Está claro que para Francisco el presidente Macri es otra cosa: un niño rico cultor del orientalismo New Age que pone el acento en el bienestar individual de cuerpo y espíritu. Un cuasi culto burgués con ningún compromiso social más allá de sentirse bien. Para colmo de males, cuando Bergoglio todavía era Arzobispo de Buenos Aires, Macri no tuvo mejor ocurrencia como Jefe de Gobierno que traer a su gurú Ravi Shankar a dar "misas multitudinarias" para porteños con similares inquietudes altruistas.
Es decir: la cara de culo de Francisco con Macri tiene múltiples motivos: sabía que su interlocutor se colocaba en un pie de igualdad soberbio, que era un promotor de cultos New Age de bienestar individual que Francisco detesta y, por si fuera poco, un restaurador neoliberal que el Papa definió en múltiples oportunidades como generadores de pobreza. ¿Que esperaban los genios del marketing del PRO? ¿Un comité de bienvenida por el "gesto" de no llevar al aliado Massa?
Pero sigamos con la soberbia de Macri... Hoy todo indica que los gobernadores le tomaron el tiempo y que ya saben que el discurso del diálogo es para la gilada. Y Frigerio una suerte de Ravi Shankar que les quiere enseñar a respirar pero sin mandarles una moneda.
Y los peronistas con poder son de sacar rápidas conclusiones pragmáticas con encuestas en mano: y si las últimas indican que Macri viene en picada con 18 puntos menos y el Papa no lo bendice ¿Por qué habrían de entregarle sin negociar algo a cambio todo lo que pide Macri en el Congreso?
La soberbia nunca es buena consejera.